Günter WaIraff

Periodista germanooccidental, durante dos años y medio se hizo pasar por turco para explicar mejor la situación de los emigrantes

Durante dos años y medio, Günter Walraff se hizo llamar Alí Senirlioglu, de "madre griega y padre turco", para mejor conocer la situación de los trabajadores emigrantes turcos en la República Federal de Alemania (RFA). Ahora, tras la experiencia de emigrante, WaIraff publica esta semana un libro en el que expone la explotación de los emigrantes turcos en la RFA. No es la primera vez que WaIraff adopta personalidades ficticias para mejor conocer los submundos de los que escribe.

Se hizo pasar por consejero para conocer la existencia de milicias privadas utilizadas por algunos grandes ind...

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Durante dos años y medio, Günter Walraff se hizo llamar Alí Senirlioglu, de "madre griega y padre turco", para mejor conocer la situación de los trabajadores emigrantes turcos en la República Federal de Alemania (RFA). Ahora, tras la experiencia de emigrante, WaIraff publica esta semana un libro en el que expone la explotación de los emigrantes turcos en la RFA. No es la primera vez que WaIraff adopta personalidades ficticias para mejor conocer los submundos de los que escribe.

Se hizo pasar por consejero para conocer la existencia de milicias privadas utilizadas por algunos grandes industriales alemanes occidentales. Otra, por chico de recados para descifrar las entrañas del importante grupo de seguros de la firma Gerling. También trabajó como, periodista en Bild Zeitung para demostrar las influencias y funcionamiento del potente grupo de Prensa de Axel Springer.Para vivir como Alí durante dos años y medio, WaIraff utilizó una peluca negra, se tiñó el bigote y utilizó lentillas para oscurecer el color de sus ojos. Habló el alemán con acento turco y justificó su precario turco debido a los "orígenes griegos" heredados de su madre.

Durante su usurpación hizo todos los tipos de trabajo propuestos a los gastarbeiter (trabajadores emigrantes). Desde limpiar los lavabos en los restaurantes, trabajar en canteras, recoger fruta en el campo o tocar el organillo en las calles, logrando trabajo casi siempre como clandestino, por salarios de miseria.

Reveló, la existencia de mercaderes de emigrantes, concretamente de un intermediario que le solicitó trabajadores para laborar en una central nuclear, con la garantía de que volverían a Turquía antes de que eventualmente pudieran detectarse enfermedades de origen radiactivo.

Alí quiso también hacerse católico, a lo que le dijeron: "No tomamos a todo el mundo". También le acusaron de querer cambiar de religión para poder lograr, con mayor facilidad una carta de trabajo. Cuando Alí invocaba la existencia de un régimen de dictadura militar en Turquía, con frecuencia recibía como respuesta: "Cada país tiene el régimen político que se merece".

Al igual que otros libros publicados por Günter WaIraff, peligra de verse envuelto en un sinfín de procesos, al citar en sus textos a muchas personas, que aparecen a veces con rasgos inhumanos en sus tratos con los emigrantes, a veces con operaciones que a los ojos de la justicia alemana occidental pueden compararse a casos de esclavitud.

En el tema de la infiltración como periodista en el diario BiId Zeitung, Walraff fue condenado a no poder publicar las informaciones o datos que había logrado a través de una suplantación de personalidad, pero fue autorizado en los casos en que podían aportar beneficios para la opinión pública.

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