Fase de clasificación para el Campeonato Mundial de Fútbol

Palabra de Rincón

Hacía 24 horas que España había perdido contundentemente, en Wrexham, ante País de Gales. Aquel 0-3 no le quitó la sonrisa a Hipólito Rincón, que se subió al avión haciendo las bromas de costumbre. Rodeado de periodistas, Rincón lanzó una atrevida apuesta. "Me juego una cena para todos en el mejor restaurante de Madrid", dijo el goleador del Betis y de la selección, "a que no sólo nos clasificamos para ir directamente a México, sino que jugamos la final de ese campeonato. Ganarla o no dependerá de la suerte". Le cogieron la apuesta. Anoche, Poli vio cumplido la mitad de su sueño. El resto, com...

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Hacía 24 horas que España había perdido contundentemente, en Wrexham, ante País de Gales. Aquel 0-3 no le quitó la sonrisa a Hipólito Rincón, que se subió al avión haciendo las bromas de costumbre. Rodeado de periodistas, Rincón lanzó una atrevida apuesta. "Me juego una cena para todos en el mejor restaurante de Madrid", dijo el goleador del Betis y de la selección, "a que no sólo nos clasificamos para ir directamente a México, sino que jugamos la final de ese campeonato. Ganarla o no dependerá de la suerte". Le cogieron la apuesta. Anoche, Poli vio cumplido la mitad de su sueño. El resto, como dice él, dependerá de la fortuna.

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"Este hombre", comentó anoche Javier Clemente, entrenador del Athlétic de Bilbao, "tiene tal grado de optimismo que, aunque Sevilla esté totalmente inundada, piensa que todos los sevillanos saldrán nadando". Rincón representa el jugador ideal para Miguel Muñoz: raza, furia, ganas de vivir, ilusión por triunfar y fe en la victoria.Rincón es de los que pega a los defensas, de los que se pegaría por defender a un amigo. "Todo lo que soy se lo debo a mi padre; por eso le dedico la victoria de esta noche. Jugar en Sevilla es como jugar en el cielo", comentó entre lágrimas. "Jugadores como Rincón son los que levantan la moral al equipo, pues contagian su ilusión a todos", se insistió.

Curiosamente, poco antes de conseguir el gol del empate, "el tanto que encarrilaría el partido", como reconoció más tarde su presidente, Gerardo Martínez Retamero, Poli contó con una excelente oportunidad: "Quise cambiar el balón de palo; le pegué muy fiel, pero se me fue un poquito". Rincón siguió luchando sin desfallecer porque, en el fondo, es lo que ha hecho toda la vida. "Luego, en aquel centro del Farfulla (nombre con el que Poli conoce a Gordillo) vi que podía marcar, protegí el balón y le pegué duro y raso".

Para Rincón todo empezó en el verano de 1981, cuando Luis Aragonés era entrenador del Betis -equipo que abandonaría poco antes de iniciarse la Liga por problemas de salud- y le llamó siendo él suplente en el Real Madrid.

Rincón, que logró el Pichichi la temporada 1983-1984, fue el único que anunció que ganarían a Malta por 11 goles de diferencia: él metió cuatro de los 12 conseguidos. Palabra de Rincón.

Goles y lesión

Pero poco antes de viajar a Francia para participar con el resto de seleccionados en la fase final de la Copa de Europa de naciones se rompió. Sufrió osteopatía de pubis en un partido amistoso jugado en Budapest. "Mister", le dijo a Muñoz, "lo mejor que puede hacer es llamar de inmediato a otro compañero porque no quiero perjudicar a la selección".

Poli, que iba a ser observado en Francia por tres equipos italianos, no olvidará nunca el comentario que le hizo José Luis Rubio, masajista del Spórting y de la selección, en el mismo vestuario de Budapest. "Poli, debes estar tranquilo. En septiembre empieza la fase clasificatoria del Mundial. Tienes que intentar ganarte el puesto. Te contaré mi caso. En 1948 formaba parte del equipo olímpico. Iba a participar en los 400 metros vallas y el día antes de salir, cuando ya había colgado el uniforme en el perchero para ponérmelo, me lesioné. Al año siguiente batí el récord de España en Montjuïc".

Rincón no estuvo en París, pero ha conseguido uno de los dos goles, tal vez el más difícil, el que devolvía la confianza al equipo español, que han colocado a España por séptima vez en la fase final de una Copa del Mundo. Nada más conseguir el tanto, Rincón se fue corriendo hacia el banquillo español, cerró los dos puños y le gritó a Muñoz: "¡Gracias por confiar en mí!". El seleccionador le había preferido a Sarabia, un hombre frío, técnico, calculador. La otra cara de la moneda. Y es que Poli es todo sangre. "Esto era toda mi vida", dijo al lesionarse en Budapest. "En estos momentos voy como sonámbulo. El palo me lo llevaré el lunes, cuando me dé cuenta de que no vuelvo a la selección, de que me quedo aquí, de que no podré pegarme con los defensas para defender a mi país".

Anoche Poli recibió incluso una tarjeta amarilla por pegarse con los islandeses. "Mister, usted tranquilo, tenga confianza en nosotros, que esto lo sacamos adelante ahora mismo", le dijo Rincón a Muñoz mientras subía las escaleras del campo, segundos antes de la segunda parte.

Ahora sólo falta la otra parte de la apuesta. De aquí a mayo Poli cruzará más porque, además, las gana.

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