Un ex 'polimili' afirma que Arzallus no aludió expresamente a la necesidad de que reanudaran la lucha armada

La acusación del diputado Juan María Bandrés según la cual el entonces presidente del PNV, Xabier Arzallus, había tratado en 1981 de persuadir a ETA Político-militar, que acababa de iniciar una tregua, de que continuase la actividad armada es "injusta o cuando menos exagerada", en opinión de un antiguo miembro de dicha organización que asistió a la reunión en que se apoya la citada acusación. El ex polimili precisó que, no obstante, del panorama desolador que sobre la situación en Euskadi y España hizo Arzallus, varios asistentes a la reunión sacaron la conclusión de que era necesario seguir c...

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La acusación del diputado Juan María Bandrés según la cual el entonces presidente del PNV, Xabier Arzallus, había tratado en 1981 de persuadir a ETA Político-militar, que acababa de iniciar una tregua, de que continuase la actividad armada es "injusta o cuando menos exagerada", en opinión de un antiguo miembro de dicha organización que asistió a la reunión en que se apoya la citada acusación. El ex polimili precisó que, no obstante, del panorama desolador que sobre la situación en Euskadi y España hizo Arzallus, varios asistentes a la reunión sacaron la conclusión de que era necesario seguir con las acciones terroristas.

Juan María Bandrés, en una nota remitida el pasado lunes a la agencia Efe (parcialmente reproducida en la segunda edición de EL PAÍS de ayer), replicaba a un artículo anterior de Xabier Arzallus en el que éste ponía en cuestión el nacionalismo del diputado de Euskadiko Ezquerra -entre otros motivos, por haber matriculado a sus hijos en un colegio francés en lugar de una ikastola- y le acusaba de haber "respirado aires radicales y violentos todavía no hace mucho tiempo".En su réplica, Bandrés argumentaba que no es Arzallus la persona más adecuada para hablar en esos términos, dado que el ex presidente del PNV "sabe muy bien quién trató de persuadir a los miembros de ETApm de que no cesasen en el uso de la violencia".

Un antiguo polimili, testigo directo de las palabras de Arzallus en la reunión a que hace referencia la acusación de Bandrés, precisó ayer que, si bien es cierto que un sector de la organización político-militar "interpretó los juicios expresados en aquella ocasión por el dirigente nacionalista como una invitación implícita a proseguir la actividad armada", él personalmente "no obtuvo de la conversación esa misma conclusión". La persona consultada por EL PAÍS, que prefiere por el momento reservar su identidad, fue uno de los principales dirigentes de ETA, y luego de ETApm, entre 1971 y 1981, y, tras acogerse a las medidas de reinserción social, reside actualmente en Guipúzcoa y milita en Euskadiko Ezkerra.

En su opinión, "ni directa ni indirectamente cabe deducir de aquella reunión una actitud de Arzallus favorable al rompimiento de la tregua que habíamos acordado a fines de febrero de 1981. Más bien lo que ocurrió fue que, frente a los análisis que nosotros hacíamos de la situación política, él se mostró muy pesimista, insistiendo en las amenazas que a su juicio se cernían sobre el Estatuto, lo poco de fiar que era el PSOE, que se perfilaba ya como posible vencedor en unas futuras elecciones, el significado de la LOAPA, la resistencia del Gobierno central a acordar las transferencias pendientes, etcétera".

Interpretación subjetiva

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Algunos de los polimilis asistentes a la reunión dedujeron de ese diagnóstico que Arzallus "estaba dando a entender que las cosas iban tan mal que no había más remedio que seguir dando leña", pero ello "no dejaba de ser una interpretación subjetiva que, por otra parte, no fue entonces unánime entre nosotros", agrega.

A juicio del antiguo polimili, "lo cierto es que a posteriori las palabras de Arzallus se convirtieron en argumento decisivo en el debate que acabaría escindiendo la organización entre séptimos, por una parte, y octavos, por otra. Estos últimos decían, y esa fue su principal tesis en la discusión interna, que había que romper la tregua dado que hasta Arzallus admite que todo está fatal y no hay otra salida".

En cambio, el otro sector de la organización subrayaba, por su parte, "lo absurdo de desarrollar una forma de lucha tan radical por u nos objetivos no solo reformistas, sino tan nimios como la concesión de tal o cual transferencia solicitada por el Gobierno del PNVI que era en definitiva quien se beneficiaba de nuestras acciones".

En todo caso, el episodio influyó negativamente en las posibilidades abiertas por la tregua declarada por ETApm, "ya que ésta se había hecho bajo la bandera del afianzamiento de la autonomía vasca, por una parte, y de la perspectiva de una negociación inmediata, por otra, y a partir de la reunión con Arzallus ambas hipótesis, unánimemente aceptadas antes, fueron puestas en cuestión".

Así, según la fuente mencionada, "unos y otros acabamos por admitir implícitamente que Arzallus había dicho lo de romper la tregua, tomando por un hecho indudable lo que en realidad era una posterior, y a mi juicio excesiva, interpretación política".

Bandrés puntualiza

Tras conocer estas declaraciones, Juan María Bandrés dijo a EL PAÍS lo siguiente: "Me consta que otros asistentes a esa reunión ofrecen versiones diferentes, pero como yo no estuve presente, estoy dispuesto a rectificar lo dicho, basado en todo caso en testimonios igualmente respetables. Pero sentado esto, he de precisar: primero, que la polémica no la inicié yo sino el ex presidente del Consejo Nacional del PNV; segundo, que Arzallus debería saber que un mismo mensaje -por ejemplo el de que el Estatuto está en grave peligro- tiene diferentes efectos si se dirige a unas monjas de clausura (cuya reacción previsible será rezar por la salvación del Estatuto) que a una organización armada que está preguntándose si hay o no razones válidas para seguir practicando la violencia; y tercero, que el hecho de que, cualesquiera que fueran las palabras dichas, los dos sectores de los polimilis las interpretasen como una más o menos sibilina invitación a abandonar la tregua, revela algo más que frivolidad en quien las pronunció".

Por su parte, Arzallus remitió su respuesta a las acusaciones de Bandrés a la siguiente entrega de la serie de artículos que viene publicando desde hace meses todos los domingos en las páginas del diario Deia, adelantando sin embargo que, efectivamente, participó, junto con otros representantes del Partido Nacionalista Vasco, en dos reuniones celebradas, ambas a petición de ETApm, en el País Vasco francés, en fechas que no recuerda con precisión, pero anteriores en todo caso al 23 de febrero de 1981.

Otras fuentes indicaron, no obstante, que tales reuniones tuvieron lugar con posterioridad al frustrado golpe de Estado y al inicio de la tregua por parte de los polimilis, precisando que la primera de ellas se celebró el 16 de marzo de 1981 y la segunda hacia mayo o junio del mismo año. En la de marzo, la representación del PNV estuvo integrada por Xabier Arzallus, Antxón Jaime, Koldo Amezketa y Gorka Aguirre. A la segunda, origen de la polémica, asistieron únicamente Arzallus y el hoy diputado Andoni Monforte.

Insausti lo niega

Por su parte, el actual presidente del PNV, José Insausti, declaró a la cadena COPE que las acusaciones de Bandrés contra Arzallus "no se ajustan a la realidad que yo conozco. Yo hablo de este tema con frecuencia con Xabier Arzallus, y su gran preocupación en todo momento ha sido la de buscar los caminos que llevan a la paz, lo mismo ahora que hace unos años", afirmó.

"Tengo la impresión", añadió Insausti, "de que nuestro camarada Bandrés ha meado fuera del tiesto. Ha salido con una balandronada".

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