Crítica:El cine en la pequeña pantalla

Orgullo tecnológico del nazismo

Los años setenta aportaron un buen número de filmes adscritos a la fórmula catastrófica, fórmula que encontró su expresión más acabada en la serie Aeropuerto. Aparte de sus atractivos espectaculares y de los que se derivan de unos repartos que permitían agrupar gran cantidad de estrellas más o menos veteranas que la ficción iba matando en orden inversamente proporcional a su cachet, el cine catastrófico proponía una lectura de la crisis: todo iba mal debido a terroristas, árabes o a ciudadanos demasiado ambiciosos. Y todo podía arreglarse si el pasaje ponía sus dest...

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Los años setenta aportaron un buen número de filmes adscritos a la fórmula catastrófica, fórmula que encontró su expresión más acabada en la serie Aeropuerto. Aparte de sus atractivos espectaculares y de los que se derivan de unos repartos que permitían agrupar gran cantidad de estrellas más o menos veteranas que la ficción iba matando en orden inversamente proporcional a su cachet, el cine catastrófico proponía una lectura de la crisis: todo iba mal debido a terroristas, árabes o a ciudadanos demasiado ambiciosos. Y todo podía arreglarse si el pasaje ponía sus destinos en manos de técnicos valerosos.Hindenburg escapa a ese tópico esquema porque la catástrofe que describe no es contemporánea y está basada en un hecho real en vez de ser fruto de la mente cuadriculada de un guionista o productor. En Hindenburg el protagonista es aquel enorme dirigible que era uno de los orgullos de la Alemania nazi, y lo que se nos cuenta es su viaje desde Berlín a Nueva York y el incendio que destruyó el ingenio cuando, ya en su lugar de destino, se procedía a su amarre.

Robert Wise sugiere que la explosión del dirigible pudo no ser accidental y deberse a una bomba que pretendía incendiar el aparato volador y con él reducir a cenizas el orgullo tecnológico del nazismo. Esa supuesta bomba sirve para crear una cierta intriga y tensión que eviten que la travesía sea para los espectadores tan plácida y relajante como debía serlo ara los personajes del filme. Desgraciadamente, la ficción no cuaja y el público sabe que no va a pasar nada hasta el final. Luego, la destrucción del dirigible no es tan impresionante como correspondería, y permanece intocada en nuestra memoria visual la imagen terrorífica que captaron los documentalistas de la época.

Hindenburg juega también la carta retro con la fascinación por un pasado que se describe como más bello, intenso y lujoso. En este caso, además, interviene la fascinación maligna que se desprende de los uniformes nazis, malignidad que, según Wise, es la verdadera causante de la catástrofe, en una interpretación puritana y maniquea de la historia.

'Hindenburg' se emite hoy a las 22.40 por TVE-1.

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