El loco de la colina

Uno es el loco de la Arrabassada. El otro, uno de esos camioneros que de vez en cuando se juegan la vida atravesando Francia con un TIR cargado de fruta. Uno tiene, 17 años, una buena edad para empezar. Otro, 26, los suficientes como para demostrar que nunca es demasiado tarde. El intrépido, el chaval, acaba de enfundarse el mono de cuero y mata sus horas de ocio picándose en la Arrabassada con todo el que pilla en medio, sea moto, coche o camión. El joven, el conductor, "sí, sí, chofer de uno de esos camiones que queman los franceses", lleva ya algunos años metido en esto, al me...

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Uno es el loco de la Arrabassada. El otro, uno de esos camioneros que de vez en cuando se juegan la vida atravesando Francia con un TIR cargado de fruta. Uno tiene, 17 años, una buena edad para empezar. Otro, 26, los suficientes como para demostrar que nunca es demasiado tarde. El intrépido, el chaval, acaba de enfundarse el mono de cuero y mata sus horas de ocio picándose en la Arrabassada con todo el que pilla en medio, sea moto, coche o camión. El joven, el conductor, "sí, sí, chofer de uno de esos camiones que queman los franceses", lleva ya algunos años metido en esto, al menos, desde 1980. Incluso tie- ne licencia senior. Jorge Moñux, que así se lla ma el loco, ganó, con su Honda Hurricane MBX la primera ca- rrera del Criterium en la catego ría de 75cc, después de salir el último en la última manga y su- perar a todos sus adversarios. Alberto Jorge Gisbert, nombre por el que responde el camione ro, se proclamó vencedor, con su antigua Bultaco -la misma que utilizó en el Criterium de 1980-, de la prueba de 250cc.

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Cada uno recibió un talón de 25.000 pesetas. Poco les importa. Persiguen la fama, esa moto de alta competición que podría ser el premio al ganador de las tres pruebas del Criterium -es seguro que el vencedor en 250 cc se llevará la JJ Cobas que Luis Miguel Reyes pilota ahora en el Mundial- y un equipo con el que poder afrontar el campeonato de España. Cabe la posibilidad de que muchos los consideren alocados. Incluso es posible que Jorge sea uno de esos niños que, en medio de la ciudad, nos pasan rozando los retrovisores de los coches a altas velocidades. Son gente sana. Son como eran Nieto, Tormo, Sito Pons o Tiriti Cardús. Gente dispuesta a darse masajes por los asfaltos de todo el mundo con una sola obsesión: subirse al cajón.

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