Tribuna:

1291

Sólo un detalle me inquieta después de la firma de ayer del Tratado: la exigencia europea de especialización. Todo lo demás tiene arreglo, desde los sudorosos cultivos de secano y la mala leche patria hasta los humos demasiado altaneros de nuestras protegidas chimeneas de ladrillo rojo. Es cuestión de tiempo, porque ya se sabe que cuando las gentes son libres de hacer lo que les plazca y de circular a sus anchas, suelen imitarse unos a otros. Acabaremos imitando a los pobladores de las tierras altas de Europa en todo menos en lo de la especialización. Ahí, en esa dura exigencia que no figura e...

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Sólo un detalle me inquieta después de la firma de ayer del Tratado: la exigencia europea de especialización. Todo lo demás tiene arreglo, desde los sudorosos cultivos de secano y la mala leche patria hasta los humos demasiado altaneros de nuestras protegidas chimeneas de ladrillo rojo. Es cuestión de tiempo, porque ya se sabe que cuando las gentes son libres de hacer lo que les plazca y de circular a sus anchas, suelen imitarse unos a otros. Acabaremos imitando a los pobladores de las tierras altas de Europa en todo menos en lo de la especialización. Ahí, en esa dura exigencia que no figura explícitamente en los 1.200 folios a doble espacio pero que consta en el espíritu de la letra, veo yo el gran lastre para integrarse en esa conspiración europea que, según Borges, data de 1291.En la torre de razón librecambista nos quieren especializados y por eso nos tientan con toda suerte de felicidades materialistas para sacarnos del viejo error histórico. Por el momento, esa pretensión no es negociable. Sabemos que el 90%. de todo lo de aquí está sin especializar, incluso sin refinar. Pero precisamente en esa arcana resistencia a las disciplinas de lo concreto reside nuestra sabiduría de siglos. Si nos especializan nos aventan del mapa, porque, como estas semanas está demostrando Díaz Miguel frente al colmo de la refinación europea, nuestra fuerza está en las generalidades, en la improvisación, en las ocurrencias del momento, incluso en el caos. Nos quieren. especializados y en gracia de lo concreto porque los arquitectos de esa sólida torre de razón líquida le temen al estado gaseoso como al mismísimo Satán. Desde la condición vaporosa se plantean bastantes más interrogaciones sobre esta Europa que desde la miope condición especializada.

Los especialistas, como demuestra Díaz Miguel, únicamente son vulnerables por el lado de su especialidad. Pero algo podemos ofrecer en la disciplina requerida. Aportaremos a Europa nuestra célebre especialización en todo, y en el Todo, para contrarrestar tanta abstracción de lo concreto. En la mejor tradición de 1291.

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