Una treintena de aficionados recibió al Real Madrid

Apenas una treintena de aficionados esperaba al Real Madrid a su llegada ayer a Barajas desde Budapest. Lejos quedaban los tiempos de pasados triunfos europeos, el último, en 1966, en Bruselas, frente al Partizán, que supuso la sexta Copa de Europa blanca. Aquello fue a partido único, pero ahora, aunque la final de la Copa de la UEFA sea a dos, los hinchas del Madrid sólo parecen motivados en los encuentros de vuelta. Su equipo les ha acostumbrado así esta temporada. La diferencia es que esta vez no tendrán que sufrir lo más mínimo. U emoción sólo estará en la fiesta anunciada para el día 22....

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Apenas una treintena de aficionados esperaba al Real Madrid a su llegada ayer a Barajas desde Budapest. Lejos quedaban los tiempos de pasados triunfos europeos, el último, en 1966, en Bruselas, frente al Partizán, que supuso la sexta Copa de Europa blanca. Aquello fue a partido único, pero ahora, aunque la final de la Copa de la UEFA sea a dos, los hinchas del Madrid sólo parecen motivados en los encuentros de vuelta. Su equipo les ha acostumbrado así esta temporada. La diferencia es que esta vez no tendrán que sufrir lo más mínimo. U emoción sólo estará en la fiesta anunciada para el día 22.

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La llegada de la expedición madridista ayer al aeropuerto era considerada por sus directivos como un índice significativo para comprobar el cariño de su hinchada. El próximo presidente, Ramón Mendoza, entre cuyas preocupaciones está motivar al aficionado, pudo comprobar así que le queda mucha tarea por hacer.El Real Madrid volverá a jugar en el Bernabéu el sábado, día 18, en el partido de vuelta de los cuartos de final de la Copa de la Liga frente al Barcelona. Mañana, en el Camp Nou, se disputará el choque de ida de un enfrentamiento fuera de tiempo, dada la casi clandestinidad que adorna esta competición. En un batiburrillo insufrible de fechas, lo que ha conseguido este torneo es enredar hasta la Copa del Rey. Se han programado partidos de una misma eliminatoria con casi un mes de intervalo y hasta se han superpuesto las dos competiciones. Quizá ya no tengan interés ni las finales.

El Real Madrid, que con sus éxitos europeos ha eclipsado el protagonismo del Barcelona, precisamente en el año del reencuentro triunfal azulgrana en la Liga, ya no necesitará justificarse. Un triunfo continental colmará sobradamente sus sinsabores y permitirá una marcha feliz de Luis de Carlos. El aún presidente madridista, aunque justificaría su labor con un subcampeonato más en su mandato, no oculta ya su emoción por despedirse con un trofeo europeo. Ramón Mendoza, gentilmente, se apresuró a señalar, nada más saberse único candidato, que su antecesor debería recibir la copa, de conseguirse, el día 22, y no está menos feliz pensando en una futura campaña continental similar, deportiva y económicamente.

Mendoza, de todas formas, centra sus problemas actuales en deshojar sus margaritas de fichajes, como Hugo Sánchez. La incorporación de un extranjero, que podría afectar a Stielike, tiene molesto al jugador alemán, que quiere saber ya su futuro.

Durante el viaje, con la alegría del triunfo, la distensión fue la nota dominante, aunque no por ello dejaron de recordar Santillana y Michel que sus buenas actuaciones despejarán las dudas de quienes podían pensar en su valor aún para el equipo.

Los periódicos húngaros, al ser Székesfehérvár lugar de enterramiento y coronación habitual de los antiguos reyes, comentaban el día del partido qué símil deportivo correspondería al Videoton. No hubo duda y ayer lo reconocieron. Sólo esperan que, sin tantas bajas, mejore su nivel en Madrid. Molowny, aún desconfiado, y al que difícilmente convencerá Mendoza de que siga para solucionarle su problema de entrenador, recordó el caso del Metz, verdugo del Barcelona en la Recopa. La imagen del Videoton, con sólo un jugador en punta, Novath, y después el juvenil Gyenti, anulados ambos por Sanchis, fue de impotencia, indigna de un finalista europeo. Y no lo integran futbolistas aficionados que jugaron contra profesionales, en contra de lo que comentó el vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra. Tienen su sueldo de la fábrica y sólo trabajan con el balón. Pero son peores.

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