El Gobierno francés pretende reducir un 3% el impuesto general sobre la renta

El Gobierno socialista francés, que preside Laurent Fabius, pretende reducir en un 3% el impuesto general sobre los ingresos, dentro del presupuesto general para 1986. Fabius ha dirigido una carta a sus ministros recordándoles las líneas que deben regir la preparación de los gastos de sus departamentos para el año próximo: disminución del déficit en un 3%, congelación de las cifras totales destinadas a inversión, reexamen minucioso de todas las ayudas e intervenciones estatales y reducción en un 1 % de los efectivos de la función pública.

La carta de Fabius da a entender claramente ...

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El Gobierno socialista francés, que preside Laurent Fabius, pretende reducir en un 3% el impuesto general sobre los ingresos, dentro del presupuesto general para 1986. Fabius ha dirigido una carta a sus ministros recordándoles las líneas que deben regir la preparación de los gastos de sus departamentos para el año próximo: disminución del déficit en un 3%, congelación de las cifras totales destinadas a inversión, reexamen minucioso de todas las ayudas e intervenciones estatales y reducción en un 1 % de los efectivos de la función pública.

La carta de Fabius da a entender claramente que la política económica francesa no cambiará en 1986, pese a que se trata de un año electoral decisivo para el futuro de los socialistas. La tónica general seguirá siendo la austeridad y el rigor, impuestos el año pasado.

El punto más espinoso será, probablemente, la reducción del 1 % de los efectivos de la función pública, lo que supondría en la práctica la desaparición de 25.000 puestos de trabajo. El objetivo fue fijado ya en los presupuestos de 1985, pero en la realidad sólo se han suprimido unas 5.000 nóminas, es decir, un 0,2% aproximadamente. Los gastos corrientes de los diferentes ministerios (cifrados en algo más de 40.000 millones de francos) deberán disminuir en un 3%, pero el ahorro principal deberá venir de una política restrictiva en la concesión de ayudas.

El objetivo prioritario de este nuevo presupuesto será la lucha contra la inflación y el control del déficit presupuestario, de forma que no supere el 3% del producto interior bruto, techo fijado por el propio presidente François Mitterrand. Se trata de mantenerse dentro de las recomendaciones de la OCDE, que prevé que los déficit de las administraciones públicas disminuyan hasta un 3,4% del PIB, como máximo.

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