La crisis de los comunistas

El debate sobre la 'política de convergencia de izquierda' condiciona el futuro del PCE

El Partido Comunista de España es, entre todas las formaciones políticas, la que iniciará un giro más profundo en su orientación política a lo largo de 1985. La conferencia nacional, especie de minicongreso, que tendrá lugar previsiblemente en febrero, aprobará o rechazará la política de convergencia de izquierda propiciada por la dirección actual y enérgicamente contestada por los partidarios de Santiago Carrillo. Este enfrentamiento y las diversas escisiones sufridas hacen que las perspectivas de recuperación electoral de los comunistas se presenten con caracteres sombríos, de acuerdo con la...

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El Partido Comunista de España es, entre todas las formaciones políticas, la que iniciará un giro más profundo en su orientación política a lo largo de 1985. La conferencia nacional, especie de minicongreso, que tendrá lugar previsiblemente en febrero, aprobará o rechazará la política de convergencia de izquierda propiciada por la dirección actual y enérgicamente contestada por los partidarios de Santiago Carrillo. Este enfrentamiento y las diversas escisiones sufridas hacen que las perspectivas de recuperación electoral de los comunistas se presenten con caracteres sombríos, de acuerdo con las dos principales tendencias en liza.

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Ambas partes parecen empeñadas en mantener sus tesis hasta el final, hasta el punto de que resulta posible que, en la hipótesis de que la dirección actual, encabezada por Gerardo Iglesias, haga triunfar la idea de la convergencia, poderosas organizaciones regionales como Madrid y Valencia, en manos de carrillistas, se nieguen a aplicar esta política, algo que tendría consecuencias internas difíciles de calcular. Para Carrillo y sus seguidores la política de convergencia no está bien definida, no parece haber interlocutores válidos a la izquierda del PSOE con los que iniciarla y, para colmo, supone una renuncia a las características específicas que han venido definiendo hasta ahora al PCE.Según los partidarios del ex secretario general, y según dicen también los seguidores del recién escindido Jaime Ballesteros, la convergencia, llevada a sus últimas consecuencias, significará una renuncia a las siglas del partido así como a sus símbolos (hoz y martillo), para integrarse en una plataforma electoral con vistas a 1986, "perdiendo hasta la identidad comunista". Esta plataforma seria similar a la ensayada por el Partido Comunista Portugués con el MDP-CDE y sectores minoritarios de izquierda para integrar la Aliança do Povo Unido.

La dirección del PCE replica a todo ello que aún no está decidido si la convergencia de izquierda tendrá o no una traducción de cara a las elecciones y asegura que en todo caso resulta algo prematuro aventurar tesis al respecto. Más osado aún es, aseguran, especular sobre quién o quiénes serán los interlocutores de esa convergencia, dado que muy probablemente variarán de una a otra provincia, dependiendo de los colectivos de izquierda que en ellas existan.

Andalucía es la clave

En principio, afirman estas fuentes, habrá que ver los resultados que a experiencia piloto de Andalucía aporta en los próximos meses. El ya designado candidato comunista a la presidencia de la junta autonómica en las próximas elecciones, Julio Anguita, actual alcalde de Córdoba, constituye una de las máximas esperanzas para la recuperación electoral comunista que hoy alientan los dirigentes de la calle de la Santísima Trinidad. Pero ni Iglesias ni los más partidarios de la idea de Pomar una convergencia, los vicesecretarios Enrique Curiel y Nicolás Sartoius, desmienten formalmente que exista el proyecto de renunciar a siglas y símbolos en la campaña electoral si se llega a formar una plataforma adecuada.

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La conferencia nacional, a la que asistirán los miembros del comité central, dirigentes regionales y una representación proporcional de los afiliados, estará mayoritariamente dominada, según los primeros cálculos, por los gerardistas o partidarios de la actual dirección. Pero la conferencia carece de capacidad estatutaria para renovar los órganos dirigentes del PCE o revocar determinados acuerdos del 11° congreso, por lo que ha sido calificada de "minicongreso extraodinario".

Este minicongreso se prevé especialmente agitado, no sólo a causa de la política de convergencia y de las disensiones entre gerardistas y carrillistas en general, sino también por el clima interno causado por las diversas escisiones ocurridas en 1984 que ahora termina (Ignacio Gallego y el ex vicesecretario general, Jaime Ballesteros, quien ya ha ingresado en el PC prosoviético del primero).

El secretario de Organización del PCE, Francisco Palero, aseguró ayer que el éxodo hacia el PC de Gallego está ya "absolutamente controlado" y volvió a minimizar las consecuencias de la salida de Ballesteros y su centenar de acompañantes, ocurrida la pasada semana.

Restó importancia Palero a los congresos de Castilla-La Mancha y Cantabria, que se celebrarán entre enero y abril, respectivamente. En ambas zonas acaban de producirse escisiones que han dado lugar a la salida del PCE de quienes hasta ahora eran los respectivos secretarios regionales, que han pasado, con Ballesteros, al partido de Gallego.

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