Cartas al director

'Luces de bohemia'

Tras haber leído con tristeza una especie de libelo titulado Descodificación de Valle (EL PAIS, 1 de diciembre de 1984), si me he decidido a redactar e incluso a remitir estas cuatro líneas que siguen no ha sido con la intención de convencer a nadie de que Lluís Pasqual y el Centro Dramático Nacional (CDN) realizan cada tarde, en el María Guerrero, un trabajo soberbio. Ellos lo demuestran cada tarde en el María Guerrero. Tan sólo me gustaría decirle a Umbral que no se ponga "estupendo" y que otra vez que vaya al teatro se asegure de que no le han vendido o regalado una butaca de espalda...

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Tras haber leído con tristeza una especie de libelo titulado Descodificación de Valle (EL PAIS, 1 de diciembre de 1984), si me he decidido a redactar e incluso a remitir estas cuatro líneas que siguen no ha sido con la intención de convencer a nadie de que Lluís Pasqual y el Centro Dramático Nacional (CDN) realizan cada tarde, en el María Guerrero, un trabajo soberbio. Ellos lo demuestran cada tarde en el María Guerrero. Tan sólo me gustaría decirle a Umbral que no se ponga "estupendo" y que otra vez que vaya al teatro se asegure de que no le han vendido o regalado una butaca de espaldas al escenario, que yo diría que es la localidad que se agenció para ver/no ver Luces de bohemia.

Probablemente, Umbral, llevado de su amor por Valle -dedicación admirable que comparto modestamente-, memoriza a la perfección el texto elegiaco y hermoso de Luces de bohemia. Otros también lo llevamos muy presente siempre, lo cual no es extraño porque es un texto que obsesiona. Pero es que una cosa es el pie de la letra y otra cosa es el teatro. El teatro no es ni un tocadiscos ni un loro, artilugios -ambos dos- que se limitan a reproducir lo que tú quieres oír y como tú quieres oírlo. El teatro es imprevisible; depara sorpresas. El plante absolutamente injusto y cegato de Umbral suena a rabieta de quien no vio aquello que exacta, premeditada y exclusivamente estaba dispuesto a ver, en el caso de que quisiera "ver" y no sólo "oír", que es lo que me temo.

Se queja Umbral en su artículo de que "no se entiende nada". Me da la impresión de que es Umbral el que no ha entendido absolutamente nada de lo que se representa cada tarde en el María Guerrero. Tan generoso en otras ocasiones menos justificables, resulta que, ante un trabajo lúcido e inteligente como el que se deduce del actual montaje de Luces de bohemia, Umbral se cubre los ojos con la bufanda a los dos segundos de abrirse el telón. Esto no es propio de quien tiene "el electro más sano del inundo", que al parecer es él. Tanto electro y tan poco corazón.

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Respecto a las veleidades brechtianas de Lluís Pasqual, que Umbral denosta frente al "climatismo" valle-inclanesco, no me queda sino recordarle al autor de, Descodificación de Valle unas palabras de Aranguren (El heroísmo mate, EL PAIS, 2 de diciembre de 1984): "¿Qué es, en general, releer un libro? ¿Es solamente volver a leer ese libro? No. Releerlo es leerlo, distanciada y distanciadoramente, poniéndolo en su contexto (histórico-social) y en su intertexto (literario). Es decir, si se trata de un gran libro, viendo lo que ha salido de él".-

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