Tribuna:

Onda corta

Entre las penalidades que todo español debe afrontar al salir de su patria quizá ninguna sea comparable al intento de escuchar Tablero deportivo por Radio Exterior. No sé cómo les irán las cosas a los de Oriente Próximo o a los del océano Indico, a quienes también, pero en más ocasiones, les cambian inesperadamente los kiloherzios. Aquí, en Nueva Inglaterra, se llega frecuentemente hasta el desgarro con los inclementes esfuerzos por sintonizar y, una vez ahí, conservar la onda. Una muchedumbre de zumbidos, silbidos, bufidos y pedorretas rodean la voz de Juan Manuel Gozalo, al punto de h...

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Entre las penalidades que todo español debe afrontar al salir de su patria quizá ninguna sea comparable al intento de escuchar Tablero deportivo por Radio Exterior. No sé cómo les irán las cosas a los de Oriente Próximo o a los del océano Indico, a quienes también, pero en más ocasiones, les cambian inesperadamente los kiloherzios. Aquí, en Nueva Inglaterra, se llega frecuentemente hasta el desgarro con los inclementes esfuerzos por sintonizar y, una vez ahí, conservar la onda. Una muchedumbre de zumbidos, silbidos, bufidos y pedorretas rodean la voz de Juan Manuel Gozalo, al punto de hacerle parecer un condenado corresponsal de guerra que sin soltar el micrófono sobrevive sorteando morteros y nidos de ametralladoras.Pero es esto seguramente lo que nos hace seguir adelante con la conexión. ¿Qué puede pasar en esos campos de España? ¿Qué puede ser de este hombre que arriesga hasta el extremo en esa indiscernible conflagración?

Sporting de Gijón, 2; Barcelona..., ¿Barcelona, qué? Son tremendos esos momentos en los que el enjambre de potencias emboscadas en las ondas se abalanzan, por ejemplo, sobre la información de El Molinón. ¿Ha desaparecido el periodista? ¿Lo han exterminado? ¿Ha logrado aplastar al fin Tablero Deportivo y con ello el anhelo de miles de españoles repartidos por el mundo? Son unos momentos, incluso minutos, de silencio o confusión en que no sabemos cómo conllevar el trance. ¿Manipular con el dial?, ¿cambiar de nuevo las pilas?, ¿acercar la antena de la radio a la campana de la cocina?, ¿desenchufar la calefacción por si fuera eso lo que perjudica a la onda corta?

Es francamente muy desgraciado continuar en estas circunstancias . Las voces de los franceses, de los italianos, de los ingleses o de los alemanes llegan con una continuidad y nitidez que hacen todavía decaer más nuestro ánimo. Juan Manuel Gozalo grita todo cuanto puede y no se le puede pedir más; ya lo operaron una vez de las cuerdas vocales. ¿Está dispuesta Radio Exterior a enfermarnos- sistemáticamente a todos, o quién sabe si a matarnos, antes de optar por una antena más cara?

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