Regata Ruta del Descubrimiento

La prueba continúa para la mayoría

Según avanza la regata Ruta del Descubrimiento, en la que la mayoría de los barcos que quedan en competición han rebasado el ecuador de la travesía atlántica entre Canarias y Santo Domingo, para lo que han tardado 10 días por 16 Colón, el viaje cada vez se asemeja menos al realizado por el descubridor. Los vientos ya son de cierta regularidad, pero no tienen nada que ver con los alisios; los amaneceres se han tornado grises y "la mar muy llana, como en el río de Sevilla", que escribiera Colón en este punto del océano, no aparece.Los vientos alisios son camino natural de Europa a América para l...

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Según avanza la regata Ruta del Descubrimiento, en la que la mayoría de los barcos que quedan en competición han rebasado el ecuador de la travesía atlántica entre Canarias y Santo Domingo, para lo que han tardado 10 días por 16 Colón, el viaje cada vez se asemeja menos al realizado por el descubridor. Los vientos ya son de cierta regularidad, pero no tienen nada que ver con los alisios; los amaneceres se han tornado grises y "la mar muy llana, como en el río de Sevilla", que escribiera Colón en este punto del océano, no aparece.Los vientos alisios son camino natural de Europa a América para la navegación a vela. Gracias a ellos, Colón pudo llegar a las supuestas Indias. Él se atrevió a realizar el viaje porque había observado que en la parte norte del océano los vientos eran del oeste y en la sur del noreste. Todos lo sabían, pero sólo él creyó que esos vientos serían constantes. No se equivocó. Tuvo la suerte de los campeones. Porque, la regata lo está demostrando, los vientos alisios no siempre aparecen, en contra de lo que él creyó.

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Los barcos de la regata se están encontrando los vientos más imprevisibles. La regularidad en la navegación es posible ahora con vientos del sureste y sursureste de fuerza cuatro, equivalentes a 35 kilómetros por hora, que producen olas de través, marejadillas y una escora en los barcos de 15 grados.

La calma supone volver a la normalidad y al horario establecido de autodisciplina. Las comidas son a las 8, 12 y 20 horas y las guardias se suceden con arreglo a los horarios siguientes: de las cero horas a las cuatro de la madrugada, de cuatro a ocho, de ocho a doce, de doce a dos de la tarde, de dos a seis, de seis a ocho y de ocho hasta medianoche.

Como se forman tres grupos de guardia, los turnos se repiten con una frecuencia de tres días tras haber pasado por todas las horas del día y de la noche. Cada guardia, variable en el número de elementos, según la tripulación de cada barco, se encarga del gobierno de la embarcación y de todas la maniobras que haya que relizar. Cuando el tiempo es malo y la navegación dificil, toda la tripulación permanece prácticamente en guardia, como ha ocurrido hasta el pasado sábado.

Las tripulaciones que siguen compitiendo en la regata pueden disfrutar de las mismas sensaciones que los hombres de Colón hace cinco siglos. Ellos, en este punto del océano, creyeron hallarse próximos a tierra porque vieron muchas aves yendo hacia el poniente, una gran cerrazón a la parte del norte, llovizneros sin viento y pájaros que iban a dormir a las naves. Además, el viaje resultaba entretenido porque cogían cangrejos de las hierbas a la deriva y veían ballenas.

Los barcos de la regata no están teniendo oportunidad de ver tantas cosas. Ni siquiera ven claro el día de la llegada. Por ejemplo, el Galicia está todavía en Las Palmas y la estimación de llegada a Santo Domingo, si llega, será a las 11.27 horas del 26 de febrero. El primer navío español en la clasificación, La Santa María, llegaría, según los datos del satélite, el 29 de diciembre.

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