Editorial:

El fútbol, en retirada

UN POLÉMICO decreto del Ministerio de Cultura, promulgado el pasado 28 de marzo, estableció las condiciones para que se procediera a la elección de presidente en todas las federaciones nacionales del deporte español coincidiendo con el año olímpico. La prohibición de que presentaran nuevamente su candidatura quienes duran te años habían patrimonializado los altos cargos federativos suscitó las protestas de los afectados. Hay serias razones para temer, sin embargo, que las esperanzas de cambio suscitadas hace seis meses pueden resultar ahora defraudadas. Porque es más que dudoso que la nueva no...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

UN POLÉMICO decreto del Ministerio de Cultura, promulgado el pasado 28 de marzo, estableció las condiciones para que se procediera a la elección de presidente en todas las federaciones nacionales del deporte español coincidiendo con el año olímpico. La prohibición de que presentaran nuevamente su candidatura quienes duran te años habían patrimonializado los altos cargos federativos suscitó las protestas de los afectados. Hay serias razones para temer, sin embargo, que las esperanzas de cambio suscitadas hace seis meses pueden resultar ahora defraudadas. Porque es más que dudoso que la nueva normativa, que obliga a regresar a sus. casas a todos los presidentes instalados en el poder desde hace más de 12 años, sea capaz, sin embargo, de asegurar la democratización del deporte. En el caso del fútbol, el proceso electoral ha conocido tal número de irregularidades que su resultado final consagrará probablemente el continuismo de la fracasada política de Pablo Porta.El decreto del Ministerio de Cultura trató de remover de sus puestos a quienes habían bloqueado cualquier tentativa de renovación y modernización de las estructuras del deporte español.

La condición necesaria para que el decreto regulador de las nuevas elecciones pudiera desplegar sus virtualidades renovadoras era el desmantelamiento de toda la burocracia dominada por Pablo Porta. Sólo así las elecciones previas en las federaciones territoriales hubieran permitido la formación de un pleno que respondiese adecuadamente a las necesidades de modernización y eficacia que el fútbol español necesita. Pero el punto de arranque de Pablo Porta fue convocar una reunión de sus hombres más adictos, los presidentes de las federaciones regionales, a fin de que se produjera el pacto de dejar todos sus votos en manos de uno de ellos. El resultado fue que José Luis Roca, presidente de la Federación Aragonesa y hombre de clara significación política derechista, se llevó el agua a su molino y salió de aquella reunión como presidente nacional in péctore.

La designación de Roca ha sido el resultado de diversos factores convergentes. A Pablo Porta le interesa dejar como sucesor a alguien que sea capaz de justificar su gestión, que no signifique una ruptura con el actual sistema, que no sea sospechoso -para sus congéneres- de otras veleidades políticas que no sean la derecha conservadora, que su sola presencia sea un bochorno para los inventores del decreto y que de su incapacidad únicamente pueda esperarse el caos. A Pablo Porta, que fue lo suficientemente hábil para rodearse de mediocres a los que pudiera endosar todos los fracasos, no le puede caber más gloria que la que pueda reportarle su inmediato sucesor. Roca hará bueno a Porta. Y, si su candidatura naufragase por obvia, Duñabeitia hace ya ejercicios de calentamiento por la banda para ocupar su puesto con las bendiciones de sus pares.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Salvo sorpresas de última hora, la oportunidad de renovar las estructuras federativas está prácticamente perdida, precisamente cuando el fútbol tiene planteados los problemas más serios que ha conocido desde que comenzó a organizarse. La lista es preocupante: los aficionados no llenan los estadios como en otros años, no existe contrato con Televisión Española para la retransmisión de los partidos de la Liga, los clubes están acosados por las deudas, la Liga Profesional no ha logrado todavía el aumento del porcentaje de percepción de las quinielas y buena parte del público ha descubierto -tras la celebración de los Juegos Olímpicos- que existen otros deportes-espectáculo, al menos tan emotivos como el fútbol y quizá más formativos en el terreno de la educación física. No sólo los éxitos de Antonio Díaz Miguel en Los Ángeles, sino también la torpeza de los hombres del fútbol, han logrado que el baloncesto interese a millones de telespectadores y que durante la pasada semana haya ocupado la atención central del deporte el debú en el baloncesto oficial de Josechu Biriukov, un español nacido en la URSS. Mientras los clubes de fútbol boicoteaban las populares quinielas, la quiniela hípica ha comenzado a interesar incluso en lugares donde jamás se ha presenciado una carrera de caballos.

Como se ve, Pablo Porta y su política de tierra quemada amenazan la supervivencia del fútbol en nuestro país, en una curiosa mezcla posibilitada por los errores y las ingenuidades de la Administración.

Archivado En