Una observación a Alfonso Sastre

La demagogia y el panfleto que con tanta sutileza y dramaturgia maneja Alfonso Sastre se ha vuelto a asomar a las páginas de EL PAIS. Esta vez nos ha brindado la oportunidad de que le entendamos los tontos recurriendo a los más elementales pasajes de la filosofía de Kant.De esta intelectual forma de andar por casa trata de mostrarnos su peculiar concepto de Estado-Nación-Poder con un gracioso y nada equívoco juego de palabras. Quisiera recordarle con brevedad a mi admirado señor Sastre que somos un país tremendamente complejo en gentes, pueblos y costumbres, pero absolutamente...

La demagogia y el panfleto que con tanta sutileza y dramaturgia maneja Alfonso Sastre se ha vuelto a asomar a las páginas de EL PAIS. Esta vez nos ha brindado la oportunidad de que le entendamos los tontos recurriendo a los más elementales pasajes de la filosofía de Kant.De esta intelectual forma de andar por casa trata de mostrarnos su peculiar concepto de Estado-Nación-Poder con un gracioso y nada equívoco juego de palabras. Quisiera recordarle con brevedad a mi admirado señor Sastre que somos un país tremendamente complejo en gentes, pueblos y costumbres, pero absolutamente simple de entendederas; por eso, en asuntos de Poder-Nación-Estado, el pueblo llano sabe mucho de: "quítate tú que me voy a poner yo", posiblemente debido a que ese pueblo tan utópicamente titulado soberano es el primero en sopcrtar (bien o mal) el ejercicio del poder "venga de donde venga", por utilizar la frase que usted pone sólo en boca de algunos.

Ya no existen mártires, señor Sastre, y por mucho que quieran fantasmagorizar los sectores al uso, este pueblo sabe muy bien del idioma de la sangre, quizá porque hayan escrito la mitad de sus historias con ella, y hoy día ya no se estila esa tinta.

Mi admirado y respetado señor Sastre, tal vez debido a los escogidos fragmentos filosóficos de Kant, hoy le hemos entendido un poco mejor, sobre todo aquellos que sólo nos quedamos en Ortega.-