BALEARES

Uno de los presos amotinados en el 'Ciudad de Salamanca' se entregó antes de llegar a Palma

Los cinco reclusos que el miércoles secuestraron a Lorenzo Moranta, capitán del barco Ciudad de Salamanca, de la compañía Transmediterránea, y retuvieron a los tres guardias civiles que les custodiaban durante la travesía Valencia-Palma, han pasado a disposición de la jurisdicción ordinaria. En un primer momento, quedaron detenidos en los calabozos de la 316 Comandancia de la Guardia Civil, pero ya se encuentran en la cárcel de Palma de Mallorca.Tanto la Comandancia de Marina como la Guardia Civil se han inhibido en favor de los tribunales ordinarios y ayer se instruyeron las dilige...

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Los cinco reclusos que el miércoles secuestraron a Lorenzo Moranta, capitán del barco Ciudad de Salamanca, de la compañía Transmediterránea, y retuvieron a los tres guardias civiles que les custodiaban durante la travesía Valencia-Palma, han pasado a disposición de la jurisdicción ordinaria. En un primer momento, quedaron detenidos en los calabozos de la 316 Comandancia de la Guardia Civil, pero ya se encuentran en la cárcel de Palma de Mallorca.Tanto la Comandancia de Marina como la Guardia Civil se han inhibido en favor de los tribunales ordinarios y ayer se instruyeron las diligencias previas para iniciar el proceso contra los cinco reclusos, uno de los cuales, Dionisio Rodríguez Sánchez, está considerado como muy peligroso.

El vigilante nocturno que observó los incidentes en la celda del barco, Manuel Piñeiro, ha manifestado al respecto que "estaba realizando mi trabajo sobre las tres y media de la madrugada, cuando varios individuos armados me rodearon. Uno de ellos me colocó su arma, que luego reconocí como una metralleta, en la cabeza. Yo les dije que estuvieran tranquilos, porque sólo era un marinero que cumplía con su trabajo. Luego me condujeron cerca de la celda, donde pude distinguir a dos guardias civiles que estaban encañonados por otros presos. El más joven de los guardias tenía un golpe en una ceja".

Según la declaración de Piñeiro, que no coincide exactamente con la versión oficial de los hechos, sobre las siete horas del miércoles "me pegué un nuevo susto, cuando vi que uno de los delincuentes se dirigía hacia mí con su arma en la mano. El hombre, bastante joven, estaba muy nervioso. Al verme, me dijo que sus compañeros le estaban persiguiendo para matarle, pues él ya no quería secundar la rebelión".

"Entonces" -añade- le dije que me entregara la pistola, haciéndole señas de que me siguiera hasta el puente. Allí el capitán se hizo cargo del arma, escondiendo al recluso en la cámara de oficiales, bajo una inesa".

"Allí estuvo", -prosigue-, hasta que llegamos a puerto y se entregó a la Guardia Civil", asegurando que la pistola estaba cargada, montada y lista para disparar. La versión oficial señala que este recluso fue encontrado "muy escondido" por la Guardia Civil.

Todas las fuentes consultadas por este periódico han coincidido en que la actuación del capitán Lorenzo Moranta fue decisiva para resolver la situación.

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