'Aguirre, la cólera de Dios'

Aunque ya cumpliera 10 años como cineasta, fue en 1972 cuando Werner Herzog llamó la atención de especialistas y espectadores al presentar en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes su película Aguirre, la cólera de Dios. El aire romántico de todo el filme conmovió a los espectadores, sensibles por otra parte a la rareza narrativa de la película, detenida o manejada según criterios distintos a los de la impronta habitual de las historias de acción. Amante de los perdedores (había realizado Los enanos comenzaron pequeños), Herzog se inclinaba en esta ocasión por la exó...

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Aunque ya cumpliera 10 años como cineasta, fue en 1972 cuando Werner Herzog llamó la atención de especialistas y espectadores al presentar en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes su película Aguirre, la cólera de Dios. El aire romántico de todo el filme conmovió a los espectadores, sensibles por otra parte a la rareza narrativa de la película, detenida o manejada según criterios distintos a los de la impronta habitual de las historias de acción. Amante de los perdedores (había realizado Los enanos comenzaron pequeños), Herzog se inclinaba en esta ocasión por la exótica aventura de Lope de Aguirre, el conquistador español que decidió enfrentarse al rey para formar su propio imperio.

La extraña personalidad de su intérprete principal, Klaus Kinski, fomentó la peculiaridad de ese personaje, que previamente había recibido en la literatura amplios tratamientos (La aventura equinocial de Lope de Aguirre, de Ramón J. Sender), y que -aún ha sido tentación para otros cineastas: Carlos Saura, al menos, ha confesado públicamente su intención de acabar filmando otra película sobre tan inquietante personaje. En el caso de Herzog, más que un estudio de sus intenciones y resultados, sobresalió su inteligente utilización de las imágenes, dando prioridad por ejemplo al río sobre el que Aguirre sufre sus tentaciones y derrota. Es una constante en la obra del joven director alemán, inclinado a destacar el esplendor de las imágenes antes que un tratamiento, digamos psicológico, de sus personajes.

El enigma de Kaspar Hauser, una de sus siguientes películas, confirmó esa inquietud plástica, como más tarde Corazón de cristal, Stroszek, Nosferatu o Fitzcarraldo: en todas ellas cabe apreciar el exquisito cuidado en la composición del plano aún cuando éste interrumpa o disperse la narración propiamente dicha. La tendencia a la ecología es igualmente. clara en todas sus películas, muy especialmente en El país donde habitan las hormigas verdes, su última producción, presentada también en el Festival de Cannes aunque sin obtener ningún premio importante.

Aguirre, la cólera de Dios se emite hoy a las 20.30 por la Segunda Cadena dentro del espacio La clave.

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