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Rosa Visser,

una ciudadana de San Francisco de 33 años, ha sido víctima de un robo que la ha desppjado de algo tan privado como un brazo ortopédico. Inválida del brazo derecho, Rosa Visser nunca pensó que su brazo artificial fuera un objeto de fascinación para los ladrones o que pudiera alcanzar un valor económico al margen de su funcionalidad. Aunque es probable que los autores del asalto a su domicilio sospecharan que el brazo ortopédico, por el que Visser había pagado 9.000 dólares (casi millón y medio de pesetas), era un botín más sustancioso que los 600 dólares en joyas que también sustrajeron de la v...

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una ciudadana de San Francisco de 33 años, ha sido víctima de un robo que la ha desppjado de algo tan privado como un brazo ortopédico. Inválida del brazo derecho, Rosa Visser nunca pensó que su brazo artificial fuera un objeto de fascinación para los ladrones o que pudiera alcanzar un valor económico al margen de su funcionalidad. Aunque es probable que los autores del asalto a su domicilio sospecharan que el brazo ortopédico, por el que Visser había pagado 9.000 dólares (casi millón y medio de pesetas), era un botín más sustancioso que los 600 dólares en joyas que también sustrajeron de la vivienda. En cualquier caso, la reacción de Rosa Visser parece lógica: "No entiendo cómo una persona que presumiblemente tiene dos brazos puede apropiarse de uno ajeno".

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