El riesgo de esta moreno todo el año

Los baños de rayos artificiales

Tener la piel bronceada es una obsesión de los europeos y norteamericanos. blancos. La fuerza de esta moda es tal, que a falta del sol natural se ha creado una poderosa industria capaz de tintar la piel. Con tal de estar bronceados, los blancos se entregan y exponen a los rayos naturales o artificiales como si fueran la panacea de su belleza, cuando el bronceado no es más que una defensa de su piel frente a una agresión. Provocarlo más de la cuenta tiene sus riesgos, nocivos e irreversibles en algunos casos.

Desde que tener una piel morena se ha convertido en uno de los principales pila...

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Tener la piel bronceada es una obsesión de los europeos y norteamericanos. blancos. La fuerza de esta moda es tal, que a falta del sol natural se ha creado una poderosa industria capaz de tintar la piel. Con tal de estar bronceados, los blancos se entregan y exponen a los rayos naturales o artificiales como si fueran la panacea de su belleza, cuando el bronceado no es más que una defensa de su piel frente a una agresión. Provocarlo más de la cuenta tiene sus riesgos, nocivos e irreversibles en algunos casos.

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Desde que tener una piel morena se ha convertido en uno de los principales pilares de la belleza y la salud, han comenzado a proliferar los procedimientos artificiales para lograr un rápido y eficaz bronceado en cualquier época del año. Las mujeres de renta económica holgada han convertido la visita al solarium en el acto más importante de su ritual de belleza. Pero lo que no saben la mayoría de las mujeres que se someten a intensivos baños de sol artificial es que, lejos de la piel bruna y tersa que persiguen, el camino emprendido es el más rápido hacia las arrugas y el envejecimiento prematuro de su piel. Poco imagina la mujer de piel blanca que entra en un solarium dispuesta a conseguir una piel bronceada y tersa al precio que sea, que puede ser peor el remedio que enfermedad; que puede acabar, a la postre, cuando alcance la temida barrera de los cincuenta años, no con la tez de Ursula Andrews o las maravillosas piernas de Cyd Charisse, sino con el rostro surcado de arrugas, de arrugas de aquellas campesinas que trabajaban en el campo de sol a sol. Las radiaciones ultravioletas del sol son precisamente las causantes del envejecimiento prematuro de la piel de las personas expuestas a la intemperie, las causantes de esas arrugas en el cuello que tanto definen a campesinos y marineros. Las sesiones intensivas y prolongadas bajo la lámpara solar de los modernos santurios de la belleza, pueden ser más perniciosos para la piel que el inexorable paso del tiempo. La medicina tiene perfectamente identificado el fenómeno.

Las radiaciones ultravioletas intensivas o prolongadas dañan directamente las fibras de colágeno, el armazón que sostiene la piel tersa, según explica la doctora Montserrat Pérez López, del departamento de Dermatología del hospital de Sant Pau de Barcelona. El daño depende del tipo de piel y de la cantidad de radiación recibida, pero cuando se produce es, siempre, irreversible.

No basta, según la doctora Montserrat Pérez, con que el funcionamiento de la máquina de producir sol artificial esté sometida a un estricto control técnico.y no emita más joules de los necesarios. Las lámparas artificiales producen dos tipos de radiación ultravioleta, la UVA y la UVB. En los solarium sólo se utilizanlas de radiación UVA, puesto que las UVB no broncean y únicamente se usan con fines terapéuticos. Tanto uno como otro tipo & radiación son longitudes de onda de la luz producidas por el sol. Pero la intensidad de la radiación ultravioleta de las lámparas UVA de los solarium es entre 5 y 10 veces superior a la radiación producida directamente por el sol del mediodía de la época más calurosa del verano.El estigma de la blancura

Las sesiones de bronceado artificial suelen ser especialmente perniciosas para las personas de tez blanca, que tienen dificultades para ponerse morenas y tendencia a quemarse en cuanto se exponen al sol. Las lámparas solares seguramente le evitarán las quemaduras y la consiguiente caída de la película exterior de la piel, pero el bronceado no le resultará gratis: lo que no consigue fácilmente el efecto solar, no lo logran tampoco las lámparas, si no es a base de múltiples tratamientos, exposiciones prolongadas y una radiación intensiva de la piel. El mecanismo, según la doctora Montserrat Pérez, que provoca el bronceado es idéntico para todas las personas, pero no en todas tiene el mismo resultado. En realidad, ponerse moreno no es otra cosa que una defensa de la piel contra la agresión de los rayos ultravioletas del sol, que no son visibles y tienen una extraordinaria capacidad de penetración, hasta el punto de que la protección de una sombrilla no es suficiente para impedirles el paso.

Ante la agresión de las radiaciones ultravioletas, el organismo segrega una sustancia llamada melanina, que es la que pigmenta la piel y la que, al extenderse por la superficie de la epidermis, constituye la barrera protectora de las fibras más profundas que conforman el dermis. El organismo comienza a fabricar melanina como reacción a la provocación del efecto solar.Pero no todas las personas tienen la misma capadidad deproducir esta sustancia, de modo que no todas disponen de la misma cantidad de defensas ante la agresión solar. "Incluso las personas que segregan suficiente melanina -aquellas que consiguen fáciles y rápidos bronceados- están expuestan a los daños irreversibles que pueden provocar las radiaciones ultravioletas, si estás llegan a la piel en cantidad y cantidad superior a las defensas de la melanina. Cuánto peor no será el efecto de las radiaciones en las personas con escasa o nula capacidad de segregar melanina, que se someten a sesiones intensivas para lograr un mínimo bronceado", dice la doctora Montserrat Pérez. Lo más probable es que cuando se haya logrado ese ligero bronceado, el efecto de la radiación sobre las fibras de colágeno sea ya irreversible y las arrugas hayan iniciando ya su proceso. A veces, el envejecimiento prematuro de la piel va

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acompañado de la aparición de pequeñas venas en la cara y en el cuello como consecuencia del ensanchamiento. de los vasos sanguíneos de la piel.

Cáncer de piel

Pero aunque el envejecimiento de la piel sea seguramente el argumento más eficaz para abordar con más precaución los bronceados, no es el más grave de los efectos que puede tener una radiación ultravioleta excesiva. Las radiaciones ultravioletas, como las de origen nuclear, no se destruyen. Se acumulan en el organismo a lo largo de toda la vida. Las lesiones irreversibles pueden convertirse, con el paso del tiempo, en cáncer de piel. "Está perfectamente comprobado", afirma la doctora Montserrat Pérez, "que los efectos de la radiación solar provocan en Australia un porcentaje de casos de cáncer muy superior al de otros continentes. Y no es casualidad tampoco que en los últimos años, paralelamente a la expansión de la moda del bronceado, el melanoma maligno haya pasado a ocupar el tercer lugar de las causas de mortalidad por cáncer, inmediatamente después del de pulmón y mama, cuando hace 30 años ocupaba en número 34".

Efecto retardado

A causa de éste espectacular crecimiento de los casos de cáncer de piel en los últimos años, los ministerios de Sanidad de los países más desarrollados han emprendido campañas de información a la población sobre las precauciones que deben adoptarse a la hora de tomar el sol y los peligros que hay que evitar. Está por ver qué sucederá dentro de unos años, cuando la moda del bronceado permanente se extienda del mismo modo que lo ha hecho el bronceado veraniego.

"Lo grave es que los efectos de las radiaciones acumuladas no aparecen inmediatamente, y por eso las lámparas ultravioletas pueden parecer inocuas a sus usuarias, porque las arrugas tardan algún tiempo. en aparecer y un cáncer cutáneo puede tardar muchos años en manifestarse", dice la doctora Montserrat Pérez. "Pero cuando se examina en el microscopio una piel quemada por el sol, lo primero que se observa es un fenómeno de elastosis, y se ve claramente que las fibras colágenas están desflecadas, lo que demuestra que las radiaciones destruyen también la dermis".

"Y lo que resulta más patético", concluye, "es que muchas de las víctimas del bronceado artificial son mujeres que han superado los 30 años y piensan 'he de comenzar a cuidarme la piel'. Y se someten a tratamientos de cremas y productos contra las arrugas, cuando es muy dificil, por no decir imposible, incorporar reforzantes de colágeno en la piel".

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