Los sindicatos alemanes concentrarán mañana a 200.000 trabajadores en la marcha sobre Bonn

Los sindicatos alemanes del metal ultiman los últimos detalles de la gran marcha sobre Bonn, que tendrá lugar mañana lunes, en la que esperan reunir a más de 200.000 manifestantes, para exigir la semana de 35 horas y protestar contra el Gobierno. El canciller federal, el democristiano Helmut Kohl (CDU), ha vuelto a pronunciarse contra la huelga de metalúrgicos en curso, asegurando que no puede ser neutral y comportarse como árbitro en una situación en la que tiene clara opinión contraria. Kohl ha advertido que la prometida reforma fiscal -que iba a traer desgravaciones en los impuestos- está e...

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Los sindicatos alemanes del metal ultiman los últimos detalles de la gran marcha sobre Bonn, que tendrá lugar mañana lunes, en la que esperan reunir a más de 200.000 manifestantes, para exigir la semana de 35 horas y protestar contra el Gobierno. El canciller federal, el democristiano Helmut Kohl (CDU), ha vuelto a pronunciarse contra la huelga de metalúrgicos en curso, asegurando que no puede ser neutral y comportarse como árbitro en una situación en la que tiene clara opinión contraria. Kohl ha advertido que la prometida reforma fiscal -que iba a traer desgravaciones en los impuestos- está en peligro si continúa la huelga.

Las negociaciones entre patronos y sindicatos del metal por la semana de 35 horas continuaron a finales de semana en las proximidades de Stuttgart, mientras, en Bonn, Gobierno y oposición se enfrentaron en un fuerte debate parlamentario sobre la supresión de las prestaciones sociales a los afectados indirectamente por la huelga, que implica ya a 225.000 trabajadores metalúrgicos y 10.500 de artes gráficas en la República Federal de Alemania.Las negociaciones en Stuttgart, desarrolladas durante jueves, viernes y sábado en un clima de evidente tensión, fueron suspendidas a primeras horas de la mañana de ayer, sin que aparentemente se haya producido un acercamiento de posturas. La patronal habla de concesiones y de reducir el horario de trabajo, a cambio de flexibilización en los horarios. Tras esta fórmula se ocultan intentos de introducir un tercer turno nocturno en las fábricas, y turnos de fin de semana en períodos de aumento de la demanda, por ejemplo, cuando en primavera se venden más coches. Ambas partes se han dado un "tiempo de descanso para pensar", y volver a reunirse el próximo martes.

La negociación en Stuttgart es de alcance regional, aunque, si se llegase a un acuerdo, tendría carácter piloto para el resto de la RFA. Actualmente hay 58.000 metalúrgicos en huelga, 65.000 sin trabajo por decisión patronal y más de 100.000 afectados por los paros de la producción por falta de suministros. Además, el sindicato de artes gráficas (Ig Druck) sigue adelante con su huelga puntual desde hace siete semanas. El jueves fueron convocadas a la huelga 96 imprentas y 10.500 trabajadores del sector, lo que supuso de nuevo la ausencia de muchos periódicos a la hora del desayuno.

Independientemente de las negociaciones en Stuttgart, los empresarios metalúrgicos del otro distrito en huelga, el Estado de Hesse, acordaron, para mañana lunes, el cierre patronal, que afectará a unos 30.000 trabajadores. Los sindicatos han denunciado la anticonstitucionalidad de la decisión, ya que la Constitución del Estado de Hesse, en su artículo 29, establece que "el cierre patronal es ilegal". Los patronos argumentan que el derecho federal no lo prohíbe y es prioritario sobre la Constitución del Estado federado. El sindicato dice que "no conseguirán desangrarnos con el cierre patronal". Los afiliados afectados por esta decisión de los empresarios tienen derecho a cobrar las prestaciones sindicales como en caso de huelga, que ascienden a unos trescientos marcos (16.500 pesetas) semanales por término medio.

Gobierno y oposición se enfrentaron duramente anteayer viernes en el Bundestag, durante una sesión de urgencia solicitada por los socialdemócratas (SPD), con motivo de los cortes de las prestaciones sociales de paro a los afectados indirectamente por la huelga. Ambas partes se acusaron de ser culpables de la ampliación del conflicto a otros frentes en los últimos días. El ministro federal de Economía, el liberal conde Otto Lambsdorff (FDP), aseguró que "sería grotesco que la mayoría de la población, que está en contra de la semana de 35 horas, tenga que financiar las prestaciones sociales, a través de los seguros de paro, de los afectados por la huelga".

El ministro de Trabajo, el democristiano Norbert Bluem (CDU), denunció que "los ideólogos están llevando a los sindicatos a un callejón sin salida, poniendo en peligro lo conseguido en la posguerra".

El diputado del ala derecha del SPD Hermann Rappe, sindicalista del sector químico, manifestó que el discurso de Lambsdorff "significa el paso del Rubicón; se trata de un discurso antisindical, que lleva a cualquier presidente del sindicato al enfrentamiento con este Gabinete". Rappe se dirigió luego al ministro de Trabajo, asegurándole que "si usted apoya a este ministro de Economía, no será un interlocutor válido para los sindicatos".

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