Cinco muertos en Tenerife al estrellarse contra el público una avioneta durante una exhibición acrobática

Una avioneta monoplaza Zlin Z-50, de fabricación checoslovaca, se precipitó ayer, a la una de la tarde (hora canaria), sobre la pista del aeropuerto de Los Rodeos (Tenerife), durante una exhibición acrobática, con la que se clausuraba una semana aeronáutica. El aparato, envuelto en llamas, recorrió unos 300 metros y, tras romper una valla protectora, arrolló al público que presenciaba el acto. El piloto, Agustín Gil de Montes, jefe del equipo acrobático español y comandante de jumbo de la compañía Iberia, falleció junto a otras cuatro personas. Catorce espectadores más sufrieron heridas de div...

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Una avioneta monoplaza Zlin Z-50, de fabricación checoslovaca, se precipitó ayer, a la una de la tarde (hora canaria), sobre la pista del aeropuerto de Los Rodeos (Tenerife), durante una exhibición acrobática, con la que se clausuraba una semana aeronáutica. El aparato, envuelto en llamas, recorrió unos 300 metros y, tras romper una valla protectora, arrolló al público que presenciaba el acto. El piloto, Agustín Gil de Montes, jefe del equipo acrobático español y comandante de jumbo de la compañía Iberia, falleció junto a otras cuatro personas. Catorce espectadores más sufrieron heridas de diversa consideración.

Alrededor de 6.000 personas, muchos niños entre ellas, habían acudido en la mañana de ayer al citado aeropuerto para presenciar un gran festival aéreo, culminación de una semana aeronáutica celebrada en Tenerife. El penúltimo acto del programa oficial consistía en un vuelo acrobático de los pilotos Ciro Ucelay y Agustín Gil de Montes. El primero de ellos realizó con éxito una serie de piruetas, que entusiasmaron al público. En la misma avioneta, propiedad de éste, de color gris plateado, el piloto fallecido, a quien su esposa le alentó antes de su despegue, inició una salida, con viento de cola, calificada en medios profesionales como "ajustada y apurada en velocidad".Una vez en el aire, a unos 50 metros de altura, realizó una acrobacia conocida como imperial, que le obligó a un giro sobre sí mismo de cerca de 180 grados. En ese momento, el avión entró en pérdida, según se cree, por el efecto de un viento cortado. En opinión del comandante Seco Fuertes, el piloto, un campeón nacional de vuelo acrobático, intentó hacerse con el avión "metiendo los motores a fondo", pero su proximidad a la pista no le dio tiempo a remontar.

La nave cayó muerta, a 50 metros de altura, sobre la plataforma de aparcamiento de aviones, rebotó y rompió su tren de aterrizaje, y una de las alas rozó la superficie de la pista. La avioneta, incendiada después del impacto, se deslizó sin ningún control, como una bola de fuego, a lo largo de 300 metros, hasta chocar contra una valla protectora de la zona reservada para los espectadores, entre los que cundió el pánico. "Vi que la avioneta se estrellaba y ardía en llamas, entonces oí un silbido y creí que pasaba por encima. Corrí, huyendo, y sentí que algo se me rompía. Fue como en un sueño", relató Mónica Rodríguez Fariña, una niña de 14 años que resultó con heridas leves.

Dos hermanos entre las víctimas

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En pocos segundos se produjo la tragedia. La nave arrastró a un grupo de espectadores y los cuerpos parecían saltar por los aires. El piloto fue extraído con vida de la nave, aunque estaba prácticamente carbonizado. Falleció antes de llegar a un centro hospitalario. Las otras cuatro personas fallecidas son dos niños, hermanos, Carmen Raquel y Daniel Pérez Suárez, de 12 y 4 años, respectivamente; Teresa Díaz Ojeda, cuya edad no fue precisada, y Antonio Martín Betencourt, de 50 años. Este último había sido confundido, en un principio, con otra persona que había participado en la citada semana aeronáutica, ya que llevaba consigo la tarjeta de identificación del mismo. La lista de heridos graves ingresados en el Hospital General y Clínico de Tenerife, incluye a la madre de los dos niños citados, María Suárez Rodríguez, que sufrió amputación de piernas, y otro hijo suyo, Agustín Pérez Suárez, cuyo estado era satisfactorio, según el director médico del centro, Javier Parache. Manuel Reyes de la Paz, José Luis Fariña Salazar, Concepción González Carlo, Adelina Morales Rodríguez, Manuel González Santos, el niño Jaime: Rodríguez Fariña y Raquel Reyes Rodríguez (con quemaduras en el 45% de su cuerpo), son los restantes heridos graves, aunque su estado no se considera crítico.

En la residencia sanitaria Virgen de la Candelaria fueron ingresadas otras cinco personas con heridas leves: Yaiza María González González, Mónica Rodríguez Fariña, María Jesús Hernández González, Rosa María Hernández González y María Isabel Brito Rodríguez. "La tragedia pudo haber adquirido mayor magnitud", señaló a este periódico Felipe de Francisco, jefe del 802 Escuadrón del Servicio Aéreo de Rescate (SAR), testigo presencial del suceso. El rastro de la avioneta revela que la misma cruzó, envuelta en llamas, a 20 metros de un Aviocar del Ejército del Aire que se disponía a despegar para realizar un lanzamiento de paracaidistas del Paraclub de Gran Canaria, así como de un helicóptero Superpuma y un avión Fokker del SAR. Estos tres aparatos tenían sus depósitos cargados de combustible. El público se encontraba situado alrededor de los mismos y una explosión hubiera producido una gran catástrofe.

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