Cartas al director

La teología de la liberación

El Vaticano, la Iglesia oficial, cómodamente sentada a la derecha de Dios, ha salido una vez más al paso de las nuevas corrientes, para detener el peligroso avance de la llamada teología de la liberación.

La Iglesia afirma que la nueva doctrina de la liberación es una mezcla explosiva de marxismo y Biblia. Fantástica definición, que debería completarse con otra respecto a la doctrina que la jerarquía eclesial ha impartido en las dictaduras fascistas de Suramérica. Es curioso observar que la inmensa mayoría del clero, mudo con los militares argentinos durante tanto tiempo, ...

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El Vaticano, la Iglesia oficial, cómodamente sentada a la derecha de Dios, ha salido una vez más al paso de las nuevas corrientes, para detener el peligroso avance de la llamada teología de la liberación.

La Iglesia afirma que la nueva doctrina de la liberación es una mezcla explosiva de marxismo y Biblia. Fantástica definición, que debería completarse con otra respecto a la doctrina que la jerarquía eclesial ha impartido en las dictaduras fascistas de Suramérica. Es curioso observar que la inmensa mayoría del clero, mudo con los militares argentinos durante tanto tiempo, recupere milagrosamente la voz para protestar contra el Gobierno de Raúl Alfonsín, por considerar que lleva a cabo una política de corte laico. Han pasado de la sumisión al combate. En nuestro país, después de tantos años de buenas relaciones entre la Iglesia y la dictadura franquista, nos toca ahora oír la voz del clero, que critica a esta democracia que se atreve a liberalizar temas como el divorcio, el aborto o la enseñanza.

Donde más se está impregnando en las gentes esta renovadora teología de la liberación (que quizá no sea más que una vuelta a los orígenes del cristianismo) es en las zonas tercermundistas, donde la pobreza, la injusticia y la barbarie reinan por doquier. Es justo reconocer la meritoria labor de muchos sacerdotes y misioneras que están pagando, a veces con la vida, el ponerse del lado de los más débiles y enfrentarse abiertamente con sus verdugos. Pero esta valiente misión que realizan los obreros de la Iglesia, no es correspondida de la misma manera por sus superiores que, domesticados por una vida cómoda y tentados por un poder temporal, predican la resignación y critican a los nuevos teólogos por entender que su opción en favor de los pobres no es más que una peligrosa traducción de la lucha de clases.

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Es significativo que sea la Iglesia de Polonia -con la anuencia y el impulso del Vaticano- la que con más intensidad se ha enfrentado a una dictadura militar. ¿Qué diferencia existe entre Polonia y Chile? Quizá haya algún crucifijo de por medio. /

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