La entrega total a los músculos

El culturista Salvador Ruiz, participante español en la elección de Mister Universo 1984

Al final de cada día, Salvador Ruiz ha ingerido cuatro veces más proteínas que cualquier otro españolito de a pie de su mismo peso, 89 kilos. En total, 360 gramos diarios, lo que equivale a comer 2,30 kilos de queso de Burgos cada día o a devorar una ternera de 100 kilos cada tres semanas. Al cabo del mes, las facturas por la compra de proteínas, complejos polivitamínicos y otros aislados naturales o sintéticos ascienden a 25.000 pesetas.

Pesas, dietas y voluntad para esquivar el aburrimiento son el fundamento del fisioculturismo, un deporte con casi 2.000 practicantes en España, de los...

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Al final de cada día, Salvador Ruiz ha ingerido cuatro veces más proteínas que cualquier otro españolito de a pie de su mismo peso, 89 kilos. En total, 360 gramos diarios, lo que equivale a comer 2,30 kilos de queso de Burgos cada día o a devorar una ternera de 100 kilos cada tres semanas. Al cabo del mes, las facturas por la compra de proteínas, complejos polivitamínicos y otros aislados naturales o sintéticos ascienden a 25.000 pesetas.

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Pesas, dietas y voluntad para esquivar el aburrimiento son el fundamento del fisioculturismo, un deporte con casi 2.000 practicantes en España, de los que Salvador Ruiz es el más destacado internacionalmente. Tras ocho horas de sueño, como es habitual, Salvador Ruiz se incorpora en la cama y, antes de mirar si es un día soleado, echa mano de un comprimido polivitamínico.Acude al baño y, con el espejo como testigo, hace una pose de pectorales: tensa los músculos dorsales y aprieta con una mano la muñeca de la otra. Luego comprueba la puesta a punto de ambos bíceps. Se mira las encías y sonríe, mostrándose a sí mismo su perfil. Todo está en orden. Cinco minutos de carrera estática antes de desayunar, a modo de estiramiento o acondicionamiento aeróbico, completan este preámbulo de cualquier jueves en la vida de un culturista.

Apenas en 10 minutos, Ruiz devora cuatro huevos revueltos, un litro de leche templada con cuatro cucharadas soperas de concentrado de proteínas, media docena de rebanadas de pan de molde con mantequilla y mermelada, 100 gramos de higos secos y 150 gramos de jamón de York.

Como la de cualquier otro culturista, la de Ruiz es una dieta hiperproteica, baja en carbohidratos, para evitar la grasa subcutánea. El 507. de su éxito reside en llevarla a cabo con rigor; el otro 50%, en los entrenamientos adecuados. El objetivo, en cualquier caso, era posar en Toronto, (Canadá), en el campeonato del mundo, donde se designó a Mister Universo 84 ante miles de espectadores. Preparación permanente Para conseguir todo eso, Ruiz se entrena de ocho de la mañana a once de la noche, en el gimnasio que dirige junto al Puente de Vallecas, en Madrid. A base de proteínas ha de conseguir el mayor peso muscular posible con la menor variación de su peso corporal. Esto es, una dieta rigurosa, un entrenamiento sin pausa.

En el peor de los casos, al no llegar a ser proclamado campeón, no ganó un solo duro. El nuevo Mister Universo empezará a recibir ofertas de contratos para rodar películas de superhéroes.

Es la hora del gimnasio. Comienza por la cintura. Diferentes rutinas de flexiones centrarán el trabajo en el grupo muscular denominado recto anterior del abdomen, que son esos ocho músculos que rodean el ombligo. Tijeras con las piernas, patadas de rana, para luego ponerse unos zapatos de hierro -de 25 kilos cada uno- y hacer elevaciones de piernas sobre las paralelas. Tumbado en el suelo, con un disco de acero sobre el pecho, intentará tocarse las rodillas con la frente.

Antes de almorzar se dirige hacia el espejo para hacer una nueva pose. Esta vez se pone en cuclillas sobre la pierna izquierda, con la derecha ligeramente extendida, y se coloca las manos en la nuca. La postura le somete a una tensión en la que el recto abdominal y la cintura lateral quedan perfectamente marcados: hay que hacer un es fuerzo para encontrar el ombligo. Ruiz se mira las encías y sonríe mostrándose a sí mismo el perfil.

Para el almuerzo tiene un bocadillo de caballa y otro de sardinas además de un cuarto de kilo de queso y dos cucharadas de proteínas concentradas. De vuelta al entrenamiento no puede evitar detenerse ante el espejo y hacer una nueva pose, esta vez de espaldas, en la misma postura que un escanciador de sidra, pero sin vaso n botella.

Según los expertos, la reacción inmediata de un grupo muscular tras un esfuerzo específico es una tendencia a estar aún peor de lo que estaba, aunque a la larga esté mejor. El ejemplo clásico son las agujetas. Si diariamente se somete al mismo grupo muscular a un esfuerzo cada vez mayor, la tendencia será a estar permanentemente peor, ya que no se le deja tiempo para recuperarse. Por eso, Salvador Ruiz trabaja los grupos musculares en días alternos, excepto la cintura. Los días pares, piernas, pecho y bíceps. Los impares, espalda, hombro y tríceps.

Un plato humeante de lentejas le espera sobre la mesa a la hora de comer, junto al bote de proteínas concentradas. Acerca la cara al caldo, se mira las encías y, de reojo, se muestra a sí mismo su perfil. De segundo plato tiene un filete de medio kilo condimentado con salsas y verduras. Detrás, dos yogures, con una cucharada de proteínas cada uno, y de postre, fresas. Antes de ver la película -hasta las cinco, hora en que renueve el entrenamiento- se quedará pensando en los comprimidos de Dianabol, anabolizante de poca envergadura que ya no toma "porque los han retirado de las farmacias".

Está muy seguro de que no le ocurrirá como a Tom Platz, un culturista estadounidense a quien se le reventó el tendón del bíceps. Platz apenas sintió dolor. El motivo fue muy simple. El músculo tiene un límite de desarrollo. Una vez que se ha alcanzado ese límite, por más ejercicio que se haga es imposible llegar más allá. Ahí comienza el uso de anabolizantes en el culturismo. Pero igual que existe un límite existe una proporción natural entre la longitud de los huesos y la flexibilidad de los tendones de cada grupo muscular. Platz alcanzó tal desproporción entre el tamaño de su bíceps y el resto del brazo que, en un simple ejercicio de mancuernas, se lo reventó.

Fruta y depilación

Antes de irse a la cama, Ruiz habrá merendado medio litro de leche con proteínas y un emparedado de embutidos, y habrá cenado una ensalada con una tortilla de dos huevos, de primero, un par de filetes de pez espada, de segundo, y de postre, fruta en abundancia.Probablemente tenga que ajustar la dieta en algún momento, o aumentar el peso de las mancuernas algún día, o incrementar peso en las poleas o la jaca, pero a finales de mes sus músculos habrán alcanzado más definición que nunca y sólo le quedará un detalle para completar la preparación: depilarse el cuerpo por completo (para que se le vea mejor el músculo) y embadurnarse de aceite crudo el cuerpo (para que se aprecie mejor el relieve muscular).

Es toda una filosofía de la vida en la que no todos los atletas coinciden. Eduardo Ejido aplica en su gimnasio la norma de que siempre que se trabaja un grupo muscular hay que trabajar su antagónico: pecho y espalda a un tiempo, bíceps y tríceps igual. Difieren en más cosas. Ejido, además de considerar un show las competiciones de culturismo y de considerar como "muy grave" la influencia que el culturismo norteamericano está teniendo en España, es vegetariano y defiende que por esa vía de alimentación se pueden obtener resultados tan buenos como por la vía hiperproteica. "Aunque nunca se conseguirán los volúmenes musculares que tienen las figuras mundiales, ya que no son resultado del entrenamiento ni de las dietas, sino del uso continuado de los anabolizantes. Además, la alimentación hiperproteica produce agresividad a largo plazo".

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