Tribuna:

Lecturas

Al que se le ocurrió decir por primera vez "esto tiene muchas lecturas" se le debería retirar el carné de pensar y desterrar al Ponto Euxino, como a Ovidio, en aquellos tiempos en que desterrar era un arte. Porque el argumento se utiliza para leer como a cada cual le interesa y dejar a los espectadores con la lectura interrupta y con el complejo de que la culpa es de ellos. Viene esta queja a cuento de las muchas lecturas que se han hecho de los resultados de las elecciones vascas y cómo a estas alturas poselectorales aún no sabemos si se ha votado al PSOE ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Al que se le ocurrió decir por primera vez "esto tiene muchas lecturas" se le debería retirar el carné de pensar y desterrar al Ponto Euxino, como a Ovidio, en aquellos tiempos en que desterrar era un arte. Porque el argumento se utiliza para leer como a cada cual le interesa y dejar a los espectadores con la lectura interrupta y con el complejo de que la culpa es de ellos. Viene esta queja a cuento de las muchas lecturas que se han hecho de los resultados de las elecciones vascas y cómo a estas alturas poselectorales aún no sabemos si se ha votado al PSOE in artículo mortis o se ha castigado a Euskadiko Ezkerra por pacificador, si se ha desabsolutizado al PNV por ligereza histórica o se ha conservado a Herri Batasuna por si acaso, si se ha traspasado el piso céntrico a Alianza Popular o se ha jubilado al EPK como un efecto más de la necesaria reconversión industrial.Sobre los muros de Bilbao predominaba una consigna histórica: "¡Que se vayan a la mierda!". No me sentí aludido a pesar de mi condición de forastero y de perro de poca raza, es decir, de muchas razas. Me salvé de la depresión gracias al recurso de la pluralidad de lecturas y me torné la consigna como una expresión de ira abstracta, de aquellas iras abstractas que descubrió Pavese, en el seno de aquel realismo socialista tan civilizado, tanto que era italiano. Si se suman los votos de signo nacionalista por un lado y los de signo españolista por el otro, sale un seis a cuatro como una casa, un resultado de fútbol de toma y daca, de aquellos tiempos en que los delanteros centro se llamaban Zarraonaindía o Pahiño y sólo se cometía el fuera de juego,en camilla de la Cruz Roja.

Pero estamos en tinos tiempos de juego posicional y los plurilectores especializados valoran más la desabsolutización del PNV sumada a la relativización de Herri Batasuna y a la pérdida de poder adquisitivo de Euskadiko Eskerra que una consigna omnipresente y sin ambages: "Que se vayan a la mierda". Sus razones tendrán. Todo eso es cosa de la polisemia y otros barrocos mentales. Es decir, abstenerse los educados con el catón y las cuatro reglas.

Archivado En