Tribuna:

'Que inventen ellos'

Después de todo lo que han hecho por nosotros, qué poco caso hemos dispensado a estos cosmonautas que van por el mundo dando la cara, ya sin escafandra ni cordón urinario. Pásate meses y meses cabeza abajo, con los cuatro puntos cardinales desconcertados y la ley de la gravedad agraviada; déjate lanzar luego al espacio por 500 cabezas de huevos que disfrutan sádicamente con la cuenta atrás, y quédate allí arriba, en el cielo de nadie, tan lejos de todas partes y sin la posibilidad siquiera de acariciar una piel viva, ni tu propia piel, para que luego a la vuelta los demás te traten como un pel...

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Después de todo lo que han hecho por nosotros, qué poco caso hemos dispensado a estos cosmonautas que van por el mundo dando la cara, ya sin escafandra ni cordón urinario. Pásate meses y meses cabeza abajo, con los cuatro puntos cardinales desconcertados y la ley de la gravedad agraviada; déjate lanzar luego al espacio por 500 cabezas de huevos que disfrutan sádicamente con la cuenta atrás, y quédate allí arriba, en el cielo de nadie, tan lejos de todas partes y sin la posibilidad siquiera de acariciar una piel viva, ni tu propia piel, para que luego a la vuelta los demás te traten como un pelma galáxico.Sospecho que a Colón le recibieron con más ganas, y es evidente que a los pioneros de la aviación les arrojaban los renards argentés a su paso para que pisaran con garbo en su caminar de héroes. Pero estos torpes meones umbilicados del espacio no inspiran admiración y ya casi ni curiosidad. Trabajan con las redes de la tecnología y la ciencia y han reducido el misterio a la condición de fallo, y la aventura, a una respuesta de computadora de la quinta generación. Al peatón de la historia le parece que hay más riesgo en el trayecto de su casa al trabajo y del trabajo a su casa que en estos viajes espaciales con aspecto de refocilo cósmico. Además, no tienen rostro, y las escafandras no son elementos portadores de erotismo. Si aun fueran encapuchados...

Mala inversión la de la NASA en estas relaciones públicas que nada relacionan, y mucho menos el espacio y el público. Mala que puede ser nula en España, país que no ha nacido para conquistas espaciales y qué comete la grosería de relacionar la cuenta atrás con el mambo. La mayor parte de los españoles medios, y un elevado porcentaje de los españoles enteros, llevan su sentido del ridículo hasta el extremo de apartar la vista cuando ven a los cosmonautas moviéndose como víctimas de un Parkinson lento. Les parece poco serio que hombres hechos y derechos se vayan tan lejos para decir obviedades escritas por los literatos en nómina de la NASA y apretar cuatro tornillos con maneras de fontaneros gandules. Los héroes ya no son lo que eran.

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