Discotecas mortales

( ... ) La cuestión de fondo es, sin duda, el desfase entre la modernización radical de la vida cotidiana española y el insuficiente desarrollo de las leyes que deben proteger ese primer elemento de lo que suele llamarse calidad de vida, que es, obviamente, la protección de las vidas de los ciudadanos en las actividades que habitualmente desarrollen. Y tanto en lo que se refiere a las comunicaciones como a las condiciones laborales o, todavía más, a los centros de esparcimiento, en España o no se cumple la legislación o, si se cumple, resulta insuficiente.Una discoteca moderna, como Alc...

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( ... ) La cuestión de fondo es, sin duda, el desfase entre la modernización radical de la vida cotidiana española y el insuficiente desarrollo de las leyes que deben proteger ese primer elemento de lo que suele llamarse calidad de vida, que es, obviamente, la protección de las vidas de los ciudadanos en las actividades que habitualmente desarrollen. Y tanto en lo que se refiere a las comunicaciones como a las condiciones laborales o, todavía más, a los centros de esparcimiento, en España o no se cumple la legislación o, si se cumple, resulta insuficiente.Una discoteca moderna, como Alcalá 20 y como muchas otras en España, que reúnen a centenares, a veces miles, de jóvenes en un ámbito normalmente muy reducido, construido con materiales plásticos y metales ligeros que permiten la propagación rapidísima del fuego y, lo que resulta todavía más peligroso, la creación inmediata de una cortina densísima de humo irrespirable, no puede tener un sistema de seguridad concebido para salas de fiestas con más espacio, menos clientes y otros materiales de construcción.

Hay miles de discotecas en nuestro país en las que puede producirse un siniestro como el de Madrid en cualquier momento. Y si la circunstancia no fuera trágicamente inadecuada, cabría decir que lo milagroso es que no sucedan muchos más. Sin entrar en detalles técnicos, la protección de las vidas de millones de jóvenes que van semanalmente a bailar a las discotecas exigiría un sistema de seguridad que respondiera al peligro plausible. Si en pocos minutos puede arder un local, lo lógico es que haya un siste ma automático que prácticamente expulse a los clientes de la discoteca antes de que el humo y el terror desatado hagan imposible el rescate. Eso es lo que precisamente sucedió en Alcalá 20, a pesar del heroico comportamiento de policías y bomberos. A la indignación y el dolor que sobrecoge a todos ante esos muchachos y muchachas muertos en la flor de la vida hay que sobreponer de inmediato una revisión radical de todas las medidas legales de seguridad en las discotecas y no permitir, bajo ningún concepto, que haya un solo local en España capaz de transformar, en unos minutos, la vida y la alegría en muerte y desolación.

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