'La lozana andaluza' erotismo con excusas

Después de que la propia Televisión Española haya emitido la serie Las pícaras, los atrevimientos de La lozana andaluza (1976) quedan reducidos a simple curiosidad histórica. El filme de Vicente Escrivá pertenece a la época en que la literatura y las duchas eran la excusa inevitable para que una película española pudiera mostrarse generosa en los desnudos femeninos. La lozana andaluza, relato del siglo XVI, es una pieza prestigiada y este prestigio amparaba las licencias cinematográficas. Quizá en 1976 podía tener algún aliciente el epitelio de María Rosa Omaggio, p...

Después de que la propia Televisión Española haya emitido la serie Las pícaras, los atrevimientos de La lozana andaluza (1976) quedan reducidos a simple curiosidad histórica. El filme de Vicente Escrivá pertenece a la época en que la literatura y las duchas eran la excusa inevitable para que una película española pudiera mostrarse generosa en los desnudos femeninos. La lozana andaluza, relato del siglo XVI, es una pieza prestigiada y este prestigio amparaba las licencias cinematográficas. Quizá en 1976 podía tener algún aliciente el epitelio de María Rosa Omaggio, pero la narración está desasistida de la mínima sutileza necesaria para convertir este cuerpo en objeto erótico y superar la simple contemplación clínica. En su día la película tuvo un éxito comercial notable, pero los años le han desvalijado de su único patrimonio, el mostrar rincones ignorados de las actrices de buen ver. Dodge, ciudad sin ley (1939) es una película del Oeste con un esquema archisabido: un forastero redime a un pueblo de maleantes y caciques. Esto no supone ningún demérito porque el género está repleto de reiteraciones. En el cómo contar esa historia ya sabida es donde radica el misterio y la grandeza de sus cineastas. El realizador de este filme, Michael Curtiz, contó con un buen reparto y mucho dinero que lució en determinadas secuencias -la inevitable pelea en el saloon- .