Crítica:El cine en la pequeña pantalla

'Mouchette', reivindicación de la lágrima

Llorar en el cine es de insensatos. Que una sábana manchada por una luz que ordena sombras pueda hacer sacar el pañuelo a lacrimales en apuros no tiene explicación lógica. Y sin embargo se llora en el cine y Mouchette es una película que enternece a los corazones más supuestamente insensibles.La única gran diferencia entre Robert Bresson, director de este filme, y los melodramas norteamericanos es que Bresson no utiliza los ajos. Ahora ya no se pueden cargar las tintas como antes, pero las desavenencias del matrimonio Kramer duelen más, si hay niños espabilados que las padecen. ...

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Llorar en el cine es de insensatos. Que una sábana manchada por una luz que ordena sombras pueda hacer sacar el pañuelo a lacrimales en apuros no tiene explicación lógica. Y sin embargo se llora en el cine y Mouchette es una película que enternece a los corazones más supuestamente insensibles.La única gran diferencia entre Robert Bresson, director de este filme, y los melodramas norteamericanos es que Bresson no utiliza los ajos. Ahora ya no se pueden cargar las tintas como antes, pero las desavenencias del matrimonio Kramer duelen más, si hay niños espabilados que las padecen. Mouchette también es una película con niña. Pero hasta ahí llegan los parecidos.

Bresson es el cineasta de la sinécdoque, de la parte por el todo. Inevitablernente, el cine es coge una imagen de las mil posibles, pero ese mismo cine intenta esconder al espectador esta elección y se presenta como relato íntegro de una realidad, o de una fantasía, no troceada.

Estética del pedazo

Robert Bresson, por el contrario, fuerza el encuadre hasta la evidencia. Es la estética del pedazo. En Lancelot du Lac, por ejemplo, Bresson tenía un argumento propicio al gran espectáculo: los caballeros del Grial, la reina Ginebra y Lancelote. Cecil B. de Mille habría puesto caballos y estandartes hasta en las jofainas. Bresson sólo muestra con una insistencia escandalosa las patas y, en la banda sonora, el crujir de las armaduras oxidadas sustituye a la esperada trompetería.Mouchette es una historia muy triste de una niña solitaria quya soledad quieren enmascar sus vecinos can una repugnante caridad.

Al final, envuelta en un vestido de novia, se suicidará en una laberiosa ceremonia. Mouchette, no obstante, jamás presume ni chantajea con su tragedia. La vive para sí y no la cuenta.

Entre otras razones porque Bresson, antes de rodar una secuencia, busca el hastío de sus actores -que jamás vuelven a trabajar con él-, haciéndoles repetir la escena hasta que se aleja toda voluntad interpretativa, hasta que se van todas las ganas de ponerle psicología y sólo a algo muy parecido a la indefinible biomecánica.

Y, sin embargo, entre esa frialdad de los personajes y la mirada trituradora del cineasta surge el sentimiento sin enmascarar su lenguaje. Con este filme únicamente pueden llorar quienes no sean llorones y si alguien lo hace no debe entir, por ello, remordimientos.

Mouchette se emite hoy a las 22.00 horas por la segunda cadena.

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