Crítica:El cine en la pequeña pantalla

Río Grande

En el otoño de 1950, un año después que Fort Apache; solo unos meses después de finalizar el rodaje de Wagonmaster, y un año antes de comenzar El hombre tranquilo, que son tres de sus películas más adultas, enérgicas e inspiradas, John Ford tuvo una caída en o Grande, filme menor en medio de una etapa mayor del cineasta norteamericano.Me explicaré. El estilo, la peculiar composición musical, del filme, la fuerza visual de las escenas de acción y el poema intimista sobre espacios abiertos, que caracterizan al John Ford de esta gran racha de su filmogr...

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En el otoño de 1950, un año después que Fort Apache; solo unos meses después de finalizar el rodaje de Wagonmaster, y un año antes de comenzar El hombre tranquilo, que son tres de sus películas más adultas, enérgicas e inspiradas, John Ford tuvo una caída en o Grande, filme menor en medio de una etapa mayor del cineasta norteamericano.Me explicaré. El estilo, la peculiar composición musical, del filme, la fuerza visual de las escenas de acción y el poema intimista sobre espacios abiertos, que caracterizan al John Ford de esta gran racha de su filmografía, están en o Grande y, en algunas secuencias, están incluso en estado de gracia. Pero la historia que narra el filme, y los caracteres y tipos que la soportan son, a mi juicio, bastante banales.

ÁNGEL FERNÁNDEZ-SANTOS

G., Lisboa

Esta banalidad no impide, sino que abona, el reaccionarismo casi impúdico de la narración, en la que el guionista McGuiness ofrece en bandeja a Ford, y éste toma, la glorificación de una anécdota típica del expansionismo militarista norteamericano posterior a la anexión del territorio de Texas: la vasta frontera de México como lugar de tócame Roque para las avanzdillas de la U.S, Cavalry, que violaron a su antojo las fronteras mexicanas en las guerras indias.

El tronco del relato, pues, está podrido y lo cierto es que tenía mal arreglo en el rodaje y la elaboración del filme. Ford, de esta manera, adosó su talento a una historia bastante desvergonzada, a la que adecenta formalmente con su maestría. Se dice de esto dorar una píldora.

Hay en el filme algunas escenas memorables -que pueden incluirse entre las mejores de Ford en este terreno- a campo abierto; los dibujos de los personajes secundarios -avalados por las inolvidables jetas de Ben Johnson, Victor McLaglen, Chill Wills, Harry Carey, J. Carrol Naish- tienen la précisión habitual en Ford; John Wayne está a la altura de su propio mito, pese a que su personaje adolezca esta vez de evidente simplismo; y, como siempre que era dirigida por Ford, Maureen O'Hara hace una perfecta e inimitable composición de su tipo, que es un presagio en cierta manera de su mejor creación con Ford, que es la de El hombre tranquilo.

Río Grande se emite hoy a las 15.55 por la primera cadena.

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