Cartas al director

Páginas taurinas que no ofenden

No me gustan los toros, pero las páginas taurinas de este periódico no me ofenden -sencillamente porque las paso de largo-, ni tampoco me molestan las retransmisiones de televisión, porque nadie me obliga a soportarlas. El punto flaco de las críticas bienintencionadas, como la del antitaurino malagueño Enrique Blanque, publicada en esa sección, es que se toman las cosas que no les gustan como una ofensa personal. Comprendo que uná persona sensible y exenta de zarandajas patrioteras considere la llamada fiesta nacional como un espectáculo cruel y brutal, pero creo que bastantes de los epítetos ...

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No me gustan los toros, pero las páginas taurinas de este periódico no me ofenden -sencillamente porque las paso de largo-, ni tampoco me molestan las retransmisiones de televisión, porque nadie me obliga a soportarlas. El punto flaco de las críticas bienintencionadas, como la del antitaurino malagueño Enrique Blanque, publicada en esa sección, es que se toman las cosas que no les gustan como una ofensa personal. Comprendo que uná persona sensible y exenta de zarandajas patrioteras considere la llamada fiesta nacional como un espectáculo cruel y brutal, pero creo que bastantes de los epítetos que le dedica el señor Blanque, por su exageración y obediencia a un impulso apasionado, carecen de Verdadera carga crítica. No, no es una "triste mamarrachada", ni los toreros son más "bestias que la propia bestia" ni el público es un "ramillete de psicópatas". Con esos calificativos no llegamos a ninguna parte, a no ser a las manos, si los sostiene el cronista en un ambiente propicio y caldeado. Y en cuanto a la "sucia basura de la España negra" hay que seguir buscándola debado de determinadas alfombras y no precisamente en los ruedos taurinos. En lo que sí tiene el seño Blanque algún acierto es en lo de calificar como chulánganos a los toreros y en que al toro se le tortura y asesina. Pero en este último aspecto tampoco podemos rasgarnos las vestidáras, a menos que seamos espíritus puros que se niegan a comer filetes de ternera asesinada en plena adolescencia./

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