Banca Catalana perdió 5.865 millones de pesetas en el pasado ejercicio, después de sanear su cartera

Las pérdidas de Banca Catalana en el ejercicio de 1982, según el informe que el lunes próximo presentará Juan Antonio Ruiz de Alda a la junta general de accionistas de la entidad, se elevaron a 5.865 millones de pesetas, después de haber realizado unas dotaciones para provisiones de insolvencias y saneamiento de su cartera de 5.100 millones de pesetas. La Caixa, que ostenta el 7% del capital de la entidad, ha pedido a los nuevos dueños mayoritarios de Catalana ocupar un puesto en el consejo de administración.

A lo largo de 1982, Banca Catalana tuvo unas pérdidas de 5.865 millones de...

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Las pérdidas de Banca Catalana en el ejercicio de 1982, según el informe que el lunes próximo presentará Juan Antonio Ruiz de Alda a la junta general de accionistas de la entidad, se elevaron a 5.865 millones de pesetas, después de haber realizado unas dotaciones para provisiones de insolvencias y saneamiento de su cartera de 5.100 millones de pesetas. La Caixa, que ostenta el 7% del capital de la entidad, ha pedido a los nuevos dueños mayoritarios de Catalana ocupar un puesto en el consejo de administración.

A lo largo de 1982, Banca Catalana tuvo unas pérdidas de 5.865 millones de pesetas, después de llevar a cabo la operación acordeón de reduce4ón del valor nominal de sus acciones a una peseta y proceder a una ampliación del capital suscrita mayoritariamente por el Fondo de Garantía de Depósitos, y de proceder a establecer unas provisiones por valor de 5.100 millones de pesetas. El volumen de depósitos, a 31 de diciembre de 1982, en Banca Catalana ascendía a 87.500 millones de pesetas, cifra inferior a la que tenía la entidad antes de su crisis, pero que representa un fuerte incremento de los mismos, una vez que se tocó fondo en la retirada que tuvo lugar en los meses siguientes a la declaración de crisis.El volumen de financiación aportado al balance de la entidad por otras entidades de crédito y ahorro estaba situado en 187.000 millones de pesetas a finales del pasado año, de los que las 2/3 partes eran préstamos del Banco de España para hacer frente a las necesidades de tesorería en la crisis. Esta última cifra es, en realidad, el volumen prácticamente total que el Banco de España ha adelantado a todos los bancos del grupo Catalana que se canalizaban a través de la casa matriz. La Caixa, que ostenta la propiedad del 7% del capital del grupo Banca Catalana, ha pedido a los nuevos dueños mayoritarios de la entidad, el grupo de los siete grandes, al que hay que añadir otras seis instituciones financieras pequeñas y medianas, que se le reconozca el derecho a ocupar un puesto en el consejo de administración en representación del capital que tiene. No obstante, medios de esta entidad no han confirmado ni desmentido este deseo.

La petición por parte de los máximos responsables de La Caixa de formar parte del consejo de Banca Catalana, cuando en los tres últimos años se habían negado a formar parte de él a pesar de las reiteradas invitaciones que se les hizo, ha causado cierta sorpresa entre los nuevos propietarios, que consideran que dicho movimiento es una primera aproximación para negociar, desde una posición mejor, la venta de acciones. La Caixa tiene en la actualidad el 7% del capital de Catalana, porcentaje equivalente al que tenían antes de que la entidad entrara en crisis.

Precio político

En razón de esta participación, La Caixa decidió a principios del verano pasado auspiciar la emisión de bonos convertibles de Catalana, solución que se pensó en un momento era suficiente para evitar la crisis de la sociedad, siempre y cuando las otras entidades financieras o no financieras catalanas se decidieran a suscribir una parte importante de estos bonos. Una vez que, pasado el verano, se estimó que dicha emisión -que se realizaría a un tipo de interés reducido como para ser considerado como precio político- no solucionaba los problemas de desequilibrio patrimonial de la entidad, Banca Catalana acabó entrando en el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD), y a partir de ese momento se produjo la operación acordeón de reducción del valor de las acciones a una peseta y una posterior ampliación.Dicha ampliación de capital, por valor de más de 13.000 millones de pesetas, estuvo abierta al público en general y con carácter prioritario a los antiguos accionistas de Catalana. La Caixa solicitó, dentro del plazo legal de la ampliación, permiso al Banco de España para acudir a la misma y suscribió igual cantidad de acciones que las que tenía antes, manteniendo, por tanto, su porcentaje de participación.

En aquellos momentos, y una vez que se tuvo pleno conocimiento de que el FGD era el accionista mayoritario, seguido a mucha distancia por La Caixa y, en proporciones muy pequeñas por accionistas privados catalanes, se consideró que la primera caja de ahorros del país había acudido a la ampliación para garantizar, una vez que se hubiera hecho la subasta de adjudicación, la recompra de dichas acciones al precio pactado anteriormente, el 300% de su valor nominal.

La decisión de adjudicación de Catalana al grupo de bancos privados, encargando al Vizcaya su gestión y proporcionándole una opción de compra durante los dos primeros años, ha hecho cambiar de opinión a los responsables de La Caixa, quienes han comunicado su deseo de estar representados en el consejo de administración ante la nueva etapa que se acaba de iniciar. Los bancos adquirentes no se muestran nada propicios a esta posibilidad, porque entienden que La Caixa quiere vender en condiciones mejores su participación, y estiman que debe hacerlo a un precio razonable.

En el caso de que el objetivo de La Caixa no fuera proceder a la venta de su paquete de acciones sino mantenerlo, algunos de los bancos que ahora en grupo tienen la mayoría del capital también se opondrían al nombramiento de un consejero de La Caixa porque consideran que se ahondaría el actual desequilibrio existente en la cuota de negocio que existe en Cataluña a favor de La Caixa.

En definitiva, se trata, desde el punto de vista de los bancos propietarios, de recuperar una parte del negocio bancario de Cataluña que hasta hace unos meses tenía Catalana y que pasó a la esfera de influencia de las cajas catalanas una vez que se desató la crisis, y que se considera difícil de recuperar si no se hace una competencia activa a las cajas de ahorro. La presencia de un consejero de La Caixa en Catalana se explicaría rnal desde este punto de vista.

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