Gente

Julio Anguita y Gregorio López,

alcalde y gobernador civil de Córdoba, respectivamente, oyeron el clásico grito de las bodas "que se besen, que se besen" en la caseta municipal donde el alcalde ofrecía a las autoridades una recepción oficial. Y es que a la invitación de Julio Anguíta decidió asistir, el gobernador civil, que días atras rehusó estar presente en la toma de posesión de la nueva corporación local. La reconciliación y el brindis de ambas autoridades dio lugar a otra anécdota. Un concejal comunista, que en un diario local había recetado al gobernador que se bebiera un vaso de agua para curarse del disgusto del tri...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

alcalde y gobernador civil de Córdoba, respectivamente, oyeron el clásico grito de las bodas "que se besen, que se besen" en la caseta municipal donde el alcalde ofrecía a las autoridades una recepción oficial. Y es que a la invitación de Julio Anguíta decidió asistir, el gobernador civil, que días atras rehusó estar presente en la toma de posesión de la nueva corporación local. La reconciliación y el brindis de ambas autoridades dio lugar a otra anécdota. Un concejal comunista, que en un diario local había recetado al gobernador que se bebiera un vaso de agua para curarse del disgusto del triunfo en Córdoba del PCA, le preguntó si había seguido su consejo. El gobernador, levantando su copa, apostilló: "Ya lo ves". Y otro comunista replicó: "Sí, veo que no es arropao dulce, sino amargoso de Montilla", informa Sebastián Cuevas.

Archivado En