Crítica:El cine en la pequeña pantalla

'La era Martínez Soria'

En la historia del cine español hay un año fundamental. Un año que no se ha de recordar porque se rodara en él ninguna película memorable, ni se redactaran unas conclusiones mejores o peores que las famosas de Salamanca, ni Bardem hubiera de mostrado ya que empezaba a fallarle el resuello, ni Berlanga probara que para terceras vías la suya. Ese año fue 1959, y lo que ocurrió en él fue la aprobación del plan de estabilización de la economía española. A partir de entonces España cambió, y con ella su cine. De ahí hay que datar la era Martínez Soria en la cinematografía nacional.De ...

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En la historia del cine español hay un año fundamental. Un año que no se ha de recordar porque se rodara en él ninguna película memorable, ni se redactaran unas conclusiones mejores o peores que las famosas de Salamanca, ni Bardem hubiera de mostrado ya que empezaba a fallarle el resuello, ni Berlanga probara que para terceras vías la suya. Ese año fue 1959, y lo que ocurrió en él fue la aprobación del plan de estabilización de la economía española. A partir de entonces España cambió, y con ella su cine. De ahí hay que datar la era Martínez Soria en la cinematografía nacional.De la misma forma que durante los 40 y 50 el cine español de contenido patriótico se extasiaba narrando epopeyas varias desde la Edad Media a la guerra civil, la producción de los 60 y primeros 70 tenía que encontrar otra fórmula para expresar esa España eterna que, efectivamente, por lo que dura, hay que temer que así lo sea. Y esa fórmula válida para la ascensión de las clases medias, el incipiente triunfo del consumismo, y el seiscientos, resultó ser un actor cómico nacido en Aragón, triunfador en Cataluña y fácilmente exportable al resto de los azulejos del mosaico español.

Martínez Soria era el vehículo perfecto para protagonizar la emigración del campo a la ciudad sin perder los valores que sólo se atesoran entre vacas y balido de ovejas; no menos ideal para abuelo cazurro y reservón que le canta las verdades al lucero del alba y señala el recto camino de la paternidad y el matrimonio a sus hijas e hijos descarriados en medio de tanto electrodoméstico; y sumamente apropiado para curilla de pueblo que da al concilio Vaticano lo que es del concilio, y al Dios de los españoles, las verdades de Trento. Ese actor era en todas sus interpretaciones una calcomanía del don erre que erre español, título y suma de la película que hoy se proyecta en este ciclo homenaje. Martínez Soria fue, primero en el teatro y luego en el cine, el gran continuador de los Episodios Na cionales en la versión de una apacible rebelión de las masas.

Don erre que erre se emite hoy a las 16.00 horas por la primera.

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