Tribuna:

Lo complejo

Es el nuevo sambenito que arrasa la vida pública, que anda en boca de políticos, economistas y ejecutivos con serias dificultades explicativas o simplemente azorados. "Se trata de un tema muy complejo", pronuncian al pie de la escalerilla del avión, en la conferencia de prensa, delante de la selva de micrófonos y bolígrafos para salir del paso, siempre que se sienten abosados, cuando no se entiende nada o se entiende demasiado.El complejo de lo complejo: el nuevo conjuro que causa estragos en el hombre público español. Las cosas han dejado de regirse, tanto a derecha como a izquierda, por aque...

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Es el nuevo sambenito que arrasa la vida pública, que anda en boca de políticos, economistas y ejecutivos con serias dificultades explicativas o simplemente azorados. "Se trata de un tema muy complejo", pronuncian al pie de la escalerilla del avión, en la conferencia de prensa, delante de la selva de micrófonos y bolígrafos para salir del paso, siempre que se sienten abosados, cuando no se entiende nada o se entiende demasiado.El complejo de lo complejo: el nuevo conjuro que causa estragos en el hombre público español. Las cosas han dejado de regirse, tanto a derecha como a izquierda, por aquellos enormes principios simples y por las mastodánticas teorías generales con respuestas para todo. Las cosas son ahora sencillamente complejas. El tic, esta vez, es académicamente correcto. Incluso es concepto filosófico sólido y moderno que las ciencias duras están empeñadas en demostrarnos desde hace un par de décadas que no hay fenómenos simples y que aquel pelmazo ejercicio intelectual de saltar a conclusiones rotundas y unívocas, rara vez conduce a felices aterrizajes. Sobre todo, si se salta desde la simpleza y sin el paracaídas de la duda.

La física, la biología, las matemáticas y otras disciplinas por el estilo nos enseñan diariamente de los placeres de la complejidad. La verdad también tiene tratos sexuales con el error; los efectos no siempre son hijos de las causas, ni siquiera cuñados; las tradicionales nociones de principio y fin del universo andan jubiladas en Benidorm; entre el orden y el desorden hay una espléndida ambigüedad narrativa digna de Juan Benet; la paradoja, la contradicción y la incertidumbre han dejado de pertenecer en exclusiva a la retórica literaria; la terrible idea de un Dios creador cada día se parece más a la figura del bricoleur fin de semana, y el determinismo se ha convertido en la delatora enfermedad del leninismo infantil.

Pero no es a esa complejidad estimulante a la que recurren insistentemente los clásicos de la vida, pública española. Proclaman que son complejos los temas de la OTAN, la TVE, el FACA o los euromisiles, precisamente para ocultar tras esa voz prestigiosa el obsceno ruido de la simplicidad. Dicen que las cosas son complejas cuando se les entiende todo.

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