Tribuna:Vuelta Ciclista a España

Sigue la amenaza de Hinault

Marino Lejarreta volvió a ser la gran figura en la etapa importante de los Lagos de Covadonga, pero de nuevo quedó el regusto amargo para el ciclismo español de que Bernard Hinault sigue ahí, como una amenaza cierta para el triunfo final. Pese a su manifiesta falta de forma en un campeón contrastado como él, su segundo puesto de la jornada, cuando parecía que podía ser descolgado en la gran montaña, fue significativo. No sólo aguantó a los otros dos españoles fuertes, Alberto Fernández, que lo pasó mal, y Gorospe, sino que les arañó, otra vez, unos segundos. Su final de etapa fue espléndido, d...

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Marino Lejarreta volvió a ser la gran figura en la etapa importante de los Lagos de Covadonga, pero de nuevo quedó el regusto amargo para el ciclismo español de que Bernard Hinault sigue ahí, como una amenaza cierta para el triunfo final. Pese a su manifiesta falta de forma en un campeón contrastado como él, su segundo puesto de la jornada, cuando parecía que podía ser descolgado en la gran montaña, fue significativo. No sólo aguantó a los otros dos españoles fuertes, Alberto Fernández, que lo pasó mal, y Gorospe, sino que les arañó, otra vez, unos segundos. Su final de etapa fue espléndido, de gran entidad.Lejarreta hizo lo que debía y espléndidamente: atacar desde el pie de la subida, para intentar sacar la máxima ventaja en su mejor terreno. Al no tener equipo, no podía, ni puede, esperar ayudas de nadie, ni exponerse a tácticas más conservadoras, en compañía de sus rivales, que sí cuentan con gregarios o compafleros fuertes para la mayoría de los terrenos. Lo triste fue comprobar que su gran momento y su esfuerzo solitario no le sirvieron más que para ganar la etapa, pero sin asegurar nada en la general. El tiempo que le quitó a Hinault lo debe perder en la contra reloj de Valladolid, donde por muy mala forma que tenga el francés, se trata de rodar con altos desarrollos, sin cuestas, como le gusta. Ese día, mañana, para ser exactos, aunque sólo sea sobre 22 kilómetros, debe cerrarse uno de los últimos capítulos clave de la Vuelta. La ventaja del español después, salvo descuidos sorianos, será que aún le quedarán las etapas de la sierra madrileña.

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Hoy, en los 195 kilómetros de Cangas de Onís a León, la subida de Pajares no debe decidir nada, porque los 60 en descenso que siempre faltan hasta la meta permiten a los más fuertes reagruparse. Incluso no sería descabellado pensar en algún corte final por el eterno viento, mucho más peligroso que la autopista en que se ha convertido el otrora terrorífico puerto fronterizo asturleonés.

Ayer, era demasiado prematuro esperar una solución definitiva de la carrera, pese a las terribles rampas con porcentajes de hasta el 21%. Sobre todo, por que las fuerzas entre los grandes -lo de Machín fue la hazaña anecdótica del modesto- parecen cada vez más igualadas, según los terrenos. Además, por que tampoco se produjo antes de la gran cuesta esa batalla inesperada, tan temida o más que la obligada por la orografia, pues suele venir de las inteligencias maquiavélicas, con coaliciones o sin ellas. Y en el ciclismo moder no, desde Bobet o Anquetil, no sólo han triunfado los superdota dos fisicos, sino también los cal culadores. Merckx fue una gran mezcla. Bahamontes hubiera sido imparable de no haber des perdiciado tanta calidad con su carácter protestón y chulesco, con anécdotas como sentarse a comer y esperar a sus rivales.

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