Cartas al director

Juan Ramón, su tumba y su cuna

En el artículo firmado por el premio Nobel adjunto Alvaro Mutis publicado el pasado domingo día 6 en la página 11 de este diario, el poeta colombiano se queja del trato dado por la Prensa francesa a Gabriel García Márquez, en particular, y a todo lo hispano e hispanoamericano, en general. No le faltan razones para la queja, y razones mucho más graves que los gazapos por él traídos a colación.Porque llamar Jamón Ruiz Jiménez (como dice Álvaro Mutis, que hizo Le nouvel observateur el 16 de octubre de 1977) a Juan Ramón J¡ménez tiene su miga. Pero no tiene menos miga hacer na...

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En el artículo firmado por el premio Nobel adjunto Alvaro Mutis publicado el pasado domingo día 6 en la página 11 de este diario, el poeta colombiano se queja del trato dado por la Prensa francesa a Gabriel García Márquez, en particular, y a todo lo hispano e hispanoamericano, en general. No le faltan razones para la queja, y razones mucho más graves que los gazapos por él traídos a colación.Porque llamar Jamón Ruiz Jiménez (como dice Álvaro Mutis, que hizo Le nouvel observateur el 16 de octubre de 1977) a Juan Ramón J¡ménez tiene su miga. Pero no tiene menos miga hacer nacer a J. R. J. en un lugar inexistente, Palos de Moguer, o hacerle remover en su tumba de Puerto Rico, cosas ambas que hace A. M. en su artículo.

Porque, vamos a ver, si la memoria no me falla, J. R. J. nació en Moguer, sin Palos, el 22 de diciembre de 1881, en la calle de la Ribera, esquina a la de las Flores; Moguer es cabeza de partido, unos 9.000 habitantes en la actualidad, y se halla situada a dieciocho kilómetros al noreste de la capital de su provincia, Huelva. Palos de la Frontera, con la mitad de habitantes que Moguer, se encuentra a veintiséis kilómetros al lureste de Huelva, y de su puerto, hoy cegado por la arena, partieron las tres naves de Colón el 3 de agosto de 1492, y su puerto fue el primero peninsular que tocó el almirante a su regreso (marzo de 1493). Asimismo, si la memoria no me sigue fallando, J. R. J. mal puede removerse en su tumba de Puerto Rico, ya que si bien es cierto que murió en la ciudad de San Juan el 29 dé mayo de 1958, su cuerpo, junto al de su esposa, Zenobia, muerta año

Máximo y medio antes, fue trasladado a Moguer, su ciudad natal, en una típica operación de propaganda de las autoridades culturales franquistas. Y allí es de suponer que reposa, ajeno a las remociones que podamos causarle franceses, colombianos o españoles. /

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