Tribuna:

Prevenir, más que sancionar

La batalla de Atocha no fue más que la consecuencia de una guerra anunciada. El lógico desbordamiento de los continuos despropósitos y calentamientos de masas, alimentados o consentidos. En el campo donostiarra, según las pruebas, se llegó a límites difícilmente superables. Los botes de cerveza han quedado ya como inofensivos ante la moda de los cojinetes y las brocas donostiarras. Por el camino actual sólo falta un pequeño trecho para llegar a agresiones tipo no retorno, de estilo tercermundista. Cuando se produzcan, vendrán las lamentaciones inútiles. El cierre ha sido justo, pero las...

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La batalla de Atocha no fue más que la consecuencia de una guerra anunciada. El lógico desbordamiento de los continuos despropósitos y calentamientos de masas, alimentados o consentidos. En el campo donostiarra, según las pruebas, se llegó a límites difícilmente superables. Los botes de cerveza han quedado ya como inofensivos ante la moda de los cojinetes y las brocas donostiarras. Por el camino actual sólo falta un pequeño trecho para llegar a agresiones tipo no retorno, de estilo tercermundista. Cuando se produzcan, vendrán las lamentaciones inútiles. El cierre ha sido justo, pero las soluciones, como en cualquier acto delictivo, o en la medicina, deben tender mucho más a prevenir que a curar o a sancionar.Hace unos meses, en Brasil, un hincha mató a un delantero de un disparo de pistola cuando iba a marcar un gol contra su equipo. Cualquier medida posterior debió parecer grotesca ante la tragedia. No cabe establecer comparaciones, pero resulta ridículo que sigan sin cortarse los desmanes de los directivos o las provocaciones de algunos jugadores, y se pueda especular con la solución nunca completa ante un solitario exaltado, de cachear a los espectadores.

En cuanto a medicina preventiva, esa es, justamente, la que necesita desde hace tiempo el Real Madrid. Que no es el que era, no es nuevo. Sólo el viejo estigma blanco, con el añadido de Di Stéfano de épocas gloriosas, le ha mantenido como líder de puntos en la Liga. En popularidad y escándalos anda por segunda división, como poco. La mayoría de socios que votó a De Carlos debía saber lo que hacía al querer la continuidad, pero a las derrotas anteriores en los despachos se han unido los sucesos continuos, con razón o sin ella, cosechados por los jugadores en el campo. De equipo respetado, quizá más que querido, pasó a ser la bestia negra del Así, así gana el Madrid. Primero, de palabra, con Juanito y Stielike como oyentes principales. Ahora, ya en masa, con hechos en forma de proyectiles de acero. Todo un récord-82 para empezar 1983.

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