Cartas al director

El cambio real

Hace pocos días me vi envuelta en una desagradable (y por desgracia habitual) discusión con el conductor de un transporte público, por querer defender mis derechos y los de todos aquellos que utilizamos dichos servicios. Siempre he sido de la opinión de que no debemos esperar con los brazos cruzados a que alguien solucione nuestros problemas por nosotros, y que debemos hacer uso del argumento más poderoso: la razón. Me produjo gran sorpresa y preocupación que los otros usuarios, que veían lo que sucedía, actuaran como si aquello no les afectara en lo más mínimo, cuando en realidad se estaban p...

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Hace pocos días me vi envuelta en una desagradable (y por desgracia habitual) discusión con el conductor de un transporte público, por querer defender mis derechos y los de todos aquellos que utilizamos dichos servicios. Siempre he sido de la opinión de que no debemos esperar con los brazos cruzados a que alguien solucione nuestros problemas por nosotros, y que debemos hacer uso del argumento más poderoso: la razón. Me produjo gran sorpresa y preocupación que los otros usuarios, que veían lo que sucedía, actuaran como si aquello no les afectara en lo más mínimo, cuando en realidad se estaban poniendo en tela de juicio los derechos de todos y cada uno de nosotros. Me di cuenta de que el esperanzador cambio que está en la boca de todos no llegará por el simple hecho de que entre otro Gobierno, sino por un modo de actuar diferente de todos ante las pequeñas pero al mismo tiempo trascendentales violaciones de la libertad individual y, por consiguiente, de toda la colectividad, unas violaciones que vemos a diario en cualquier calle, establecimiento o servicio público del país. /

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