El 28 de Octubre, elecciones generales

Los partidos del centro y la derecha, sumidos en el caos de la búsqueda de alianzas

Cuatro partidos del centro y la derecha -Unión de Centro Democrático (UCD), Alianza Popular (AP), Partido Demócrata Popular (PDP) y Partido Demócrata Liberal (PDL)- tienen paralizada la confección de sus candidaturas electorales hasta que no se aclare el complejo tema de las alianzas. Fraga quiere ser el líder indiscutible de los cuatro partidos. Por algo, asegura, "Afianza Popular es el único partido fuerte y en alza, y los demás, o no están todavía implantados, debido a su reciente creación, o están en pleno proceso de derribo, como es el caso de UCD".

En la sede de AP se oyeron carca...

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Cuatro partidos del centro y la derecha -Unión de Centro Democrático (UCD), Alianza Popular (AP), Partido Demócrata Popular (PDP) y Partido Demócrata Liberal (PDL)- tienen paralizada la confección de sus candidaturas electorales hasta que no se aclare el complejo tema de las alianzas. Fraga quiere ser el líder indiscutible de los cuatro partidos. Por algo, asegura, "Afianza Popular es el único partido fuerte y en alza, y los demás, o no están todavía implantados, debido a su reciente creación, o están en pleno proceso de derribo, como es el caso de UCD".

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En la sede de AP se oyeron carcajadas cuando cierto sector centrista (Alvarez, Arias, Lamo...) les transmitió el mensaje de que estaría muy bien una coalición UCD-AP siempre y cuando Landelino Lavilla fuera en el número uno de la lista de Madrid y Fraga en el segundo. El político gallego dice que está dispuesto a sacrificarse, pero no si el sacrificio resta votos.Antonio Garrigues, una vez desplazado de UCD su enemigo Adolfo Suárez, aspira a ocupar el centro, y la coalición PDL-UCD ha sido el tema central de sus últimas conversaciones con Landelino Lavilla. Sin embargo, la negativa centrista a igualar las siglas de ambos partidos en los carteles electorales ha desanimado a Garrigues, quien parece haber iniciado otra estrategia.

Así, Manuel Fraga pudo decir en tono triunfal a los informadores, en una cena celebrada ese mismo día, que Garrigues le había pedido una entrevista urgente, "y eso puede: cambiar mucho las cosas". Un político muy vinculado al líder liberal revelaba ayer a este periódico que probablemente tal llamada podía responder más a una jugada de farol, destinada a subir su cotización ante Lavilla, que a un sincero sentimiento de coalición.

De todas maneras, en un gesto de prudencia, este mismo político añadía: "También podría ser que Garrigues piense ahora que es mejor unirse a Fraga que facilitar la victoria del PSOE".

El tema de fondo que subyace tras el problema, aparentemente trivial, de la supremacía de la siglas UCD o PDL es la resolución del Consejo Político centrista que prohibe las coaliciones electorales nacionales. "El verdadero temor de Lavilla", señalaba un dirigente democristiano, "es convocar un nuevo Consejo Político para permitir la coalición con Garrigues y que el resultado sea la coalición con Fraga".

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Todo parece indicar que el temor de Lavilla no es infundado. A excepción de cuatro personas, todo el secretariado de UCD desea la coalición con Alianza Popular, y una proporción similar se puede presumir entre los ministros, con el propio Calvo Sotelo a la cabeza. Fraga, cauteloso, señalaba en esa misma cena que no podía afirmar que el presidente del Gobierno se inclinara por la coalición, pero añadía también que "me costa que gente muy próxima al presidente Calvo Sotelo así lo asegura".

El propio Lavilla declaró anoche en Tenerife que es consciente de que se ha creado en amplios sectores de UCD un clima favorable al pacto con AP, si bien no tomará una eventual decisión sobre su continuidad al frente del partido "hasta que las hipótesis se conviertan en tesis", informa . Admitió la alianza AP-UCD en el País Vasco "como un hecho excepcional" y no descartó la posibilidad de una coalición poselectoral con Suárez. Respecto a las encuestas de opinión que se están realizando, dijo que "no tienen que ser vinculantes en la elaboración de la política de alianzas".

Landelino Lavilla resiste las presiones hacia la gran derecha, amenazando incluso con la dimisión, a pesar del panorama en su propio partido y de las llamadas de atención de los empresarios. UCD no tiene resuelto el problema de la financiación, y quienes pueden subvencionar la campaña parecen convencidos de que la comparecencia a las urnas de una derecha dividida supondría una ventaja más para los socialistas.

En medios muy próximos al presidente centrista se asegura que Lavilla prefiere mil veces un pequeño partido de cuarenta diputados que la alianza con Fraga. Mientras el partido se deshace, Lavilla ha pedido a sus compañeros centristas que esperen, al menos, hasta conocer los resultado de la maeroencuesta solicitada el jueves, que parece que va a batir todos los récords nacionales: se habla de una muestra de casi 30.000 personas y de muchos millones de pesetas.

Mientras tanto, Oscar Alzaga no se conforma con engrosar su PDP, a base de fugas centristas, ni con los escaños prometidos por Fraga. Tiene además una delicada misión: servir de intermediario entre el sector de UCD que desea la coalición y el líder de AP.

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