Cartas al director

La estrella y la cruz gamada

Lo mismo que mi admirado Hebert R. Southworth, me he sentido impresionado por el dibujo de Máximo que hacía con la estrella de David y la cruz gamada un solo símbolo. Chistes parecidos había visto ya de manos de Martín Morales y de Romeu. Este tipo de simetrías abusivas y aberrantes suelen ser cómodas y muy utilizables. En este digno diario, por ejemplo, se ha llegado a afirmar en un editorial que las diferencias entre los tiempos de Lenin y Trotski y el estalinismo eran "una tontería", y se han establecido burdos paralelismos entre Cuba y Chile. Como se suele decir, de noche todos los gatos s...

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Lo mismo que mi admirado Hebert R. Southworth, me he sentido impresionado por el dibujo de Máximo que hacía con la estrella de David y la cruz gamada un solo símbolo. Chistes parecidos había visto ya de manos de Martín Morales y de Romeu. Este tipo de simetrías abusivas y aberrantes suelen ser cómodas y muy utilizables. En este digno diario, por ejemplo, se ha llegado a afirmar en un editorial que las diferencias entre los tiempos de Lenin y Trotski y el estalinismo eran "una tontería", y se han establecido burdos paralelismos entre Cuba y Chile. Como se suele decir, de noche todos los gatos son pardos.Aun compartiendo una actitud de desprecio total por la política sionista y sus manifestaciones, considero que para comprender hay que saber diferenciar. El sionismo no es hijo legítimo de ningún expansionismo racial y opresor, sino del fracaso de la civilización occidental -comprendiendo dentro de ella la burocracia estalinista- en asimilar la cuestión judía heredada de la barbarie inquisitorial. Incluso en sus traducciones más aberrantes -robo de sus tierras al pueblo palestino, sus acciones guerreras, su ayuda a regímenes como el surafricano-, el sionismo no es simplemente homologable con el nazismo. Hay que recordar que detrás del sionismo estuvieron, primero, los ingleses, y luego, los norteamericanos, y que no todo el pueblo judío es sionista y no todos los sionistas son iguales. No entender esto puede llevar a otra aberración: pensar que la solución del problema pasa por echar a los judíos al mar, de la mano de los regímenes reaccionarios árabes. ¡Qué locura!

Como muy bien ha escrito Goytisolo, la principal manifestación contra la guerra expansionista de Líbano ha tenido lugar en Tel Aviv. Yo creo que, a la larga, árabes y judíos están condenados a entenderse, aunque ello habrá de pasar por la derrota del sionismo, que asume muchos de los atributos que el antisemitismo confiere al judío.

Fueron los sionistas los que colaboraron con los peores enemigos del pueblo judío: el zarismo, el nazismo, los imperialistas angloamericanos y ahora la Falange de Gemayel.

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No sé si Hebert coincide en considerar el hecho de que mucho más grave que la simetría de Máximo es la actuación de Beguin. Sus métodos, aunque partan de unos orígenes y de una realidad distinta,. se parecen mucho a los de los Quesling, Léon Degrelle y Himmler que a los de Spinoza, Marx, Rosa Luxemburgo, Freud, etcétera, que representaron la más altacontribución judía a la cultura de la humanidad. No sé si comparte la opinión de que el sionismo ha exculpado a los verdugos del pueblo judío -el gran dinero de Occidente, el conservadurismo tradi cionalista- y está haciendo pagar a los palestinos la factura del holocausto.

Sobre el tema, también han existido autores que han escrito algo parecido a lo que aquí fue El mito de la cruzada de Franco. Por ejemplo, Natham. Weinstock, un judío belga que publicó Sionismo contra Israel (editorial Fontanella, Barcelona), aplicando el mismo método que Hebert: el rigor intelectual y el amor a la verdad. /

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