'Mujer desnuda peinándose' obtiene el segundo récord de Picasso en dos años

El cuadro Mujer desnuda peinándose, obra del período rosa de Pablo Picasso, fue adquirida por cuatro millones de dólares (unos 440 millones de pesetas) por un museo de arte, de Forth Worth (Tejas, Estados Unidos) (véase EL PAÍS de ayer). El cuadro era propiedad del Museo de Arte Simon Norton, de Pasadena. Es un récord para una obra de un pintor del siglo XX, aunque un autorretrato del propio Picasso fue vendido en unos 500 millones de pesetas en una subasta de la galería Sotheby's celebrada en Nueva York.

La obra de Picasso que ha alcanzado tal récord fue calificada por un histor...

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El cuadro Mujer desnuda peinándose, obra del período rosa de Pablo Picasso, fue adquirida por cuatro millones de dólares (unos 440 millones de pesetas) por un museo de arte, de Forth Worth (Tejas, Estados Unidos) (véase EL PAÍS de ayer). El cuadro era propiedad del Museo de Arte Simon Norton, de Pasadena. Es un récord para una obra de un pintor del siglo XX, aunque un autorretrato del propio Picasso fue vendido en unos 500 millones de pesetas en una subasta de la galería Sotheby's celebrada en Nueva York.

La obra de Picasso que ha alcanzado tal récord fue calificada por un historiador del arte como "una especie de versión de Picasso de una renacida Venus que se peina su cabello, un tema que aparece en cuadros de Tiziano, Ingres y otros".La obra vendida ahora es uno de los cuadros de Picasso pintados entre 1905 y 1906. Refleja la fascinación que en ese período sintió por el pelo de las mujeres. Tiene poco más de un metro de alto y ochenta centímetros de ancho. Representa a una joven que aparece, como muchas de las mujeres pintadas por Picasso, retraida y -como consecuencia de la poderosa musculatura de sus brazos- físicamente imponente.

Por otra parte, los moscovitas tienen la oportunidad de contemplar estos días una amplia muestra de las tres primeras épocas de Picasso. El Museo Puskin, de Moscú, ha abierto una exposición conmemorativa del centenario del nacimiento del pintor malagueño en la que se recogen 42 cuadros, lo que representa prácticamente toda la obra que de él se conserva en la URSS, informa Félix Bayón.

Cerca de dos horas tiene que esperar el público una vez que ha conseguido sus entradas para poder acceder a las salas. De los 42 cuadros expuestos, 31 pertenecen al Museo del Hermitage, de Leningrado, y el resto, al Puskin, de Moscú.

A pesar de que estas pinturas se encuentran permanentemente colgadas en dichos museos, la exposición conmemorativa da oportunidad de contemplar una bien montada panorámica de los primeros trabajos de Picasso, que se acompaña con paneles explicativos.

Buen olfato para el arte

La pintura de Picasso llegó a Rusia a principios de este siglo, de la mano de dos mecenas, Schukin y Morozov, prototipos de la burguesía ilustrada prerrevolucionaria. Ambos competían con sus colecciones, que adquirían en sus frecuentes viajes a París.Al parecer, ninguno de los dos tenía grandes conocimientos artísticos, pero ambos parecían dotados de un indudable buen olfato. Gracias a ellos, los museos de la URSS cuentan ahora con una buena reserva de impresionistas y posimpresionistas, y, además de Picasso, guardan obras de Cèzanne, Manet, Monet, Matisse, Gauguen, Renoir, Tolouse-Lautrec...

Además de pintura se puede contemplar una amplia colección de cerámica y obra gráfica con la que se completa el total de 208 piezas expuestas. Parte de la obra gráfica procede de la colección del fallecido escritor soviético llya Ehrenburg, que fue amigo íntimo del artista. Varias fotografías muestran la amistad entre llya y Pablo. Picasso coloreó algunas de ellas, pintando siempre sobre su propia cabeza una barretina catalana.

La conservadora del Museo Puskin, Olga Mikitiuk -experta en arte español e italiano y apasionada especialista en Goya-, ha sido una de las responsables de la muestra picassiana. Olga gusta de discutir con los franceses que tratan de apropiarse de Picasso y señala en su defensa las líneas zurbaranianas de sus primeras naturalezas muertas cubistas, sus colores terrosos y los verdiazules de algún paisaje que le hacen pensar en El Greco. "No hay duda", concluye, "esto es España".

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