Una película cubana

Que el programa La clave haya programado para hoy una película cubana es de antemano plausible. Resulta excesiva la facilidad de los programadores para encontrar sólo en cinematografías más conocidas la película que, indirectamente, ilustre el coloquio de la semana o alegre las noches de los telespectadores.Sin embargo, La tierra y el cielo es el título que mejor puede representar al cine cubano. Manuel Octavio Gómez, su director, tuvo un espléndido principio en su carrera, que luego, desgraciadamente, fue decantándose a un oficialismo estéril. No puede compararse, por ejemplo, ...

Que el programa La clave haya programado para hoy una película cubana es de antemano plausible. Resulta excesiva la facilidad de los programadores para encontrar sólo en cinematografías más conocidas la película que, indirectamente, ilustre el coloquio de la semana o alegre las noches de los telespectadores.Sin embargo, La tierra y el cielo es el título que mejor puede representar al cine cubano. Manuel Octavio Gómez, su director, tuvo un espléndido principio en su carrera, que luego, desgraciadamente, fue decantándose a un oficialismo estéril. No puede compararse, por ejemplo, Los días del agua o La primera carga al machete con la película de hoy. Lo que en aquellas sorprendía y justificó la cálida acogida que tuvieron en los festivales internacionales donde se proyectaron, en La tierra y el cielo se había convertido en modelo repetido. Esa fue, al menos, la reacción de quienes contemplaron la película en el festival de San Sebastián de 1977, donde se estrenó, o en el de Berlín del siguiente año, donde fue exhibída junto a un buen número de otras películas cubanas.

En La clave ilustra un coloquio sobre bilingüismo. Puede servir. Manuel Octavio Gómez narraba en su película la historia de los tahitianos que arribaron a Cuba buscando trabajo y fueron más tarde expulsados por una disposición oficial. El protagonista reflexiona sobre su evidente condición de esclavo en una sociedad en la que creía haber encontrado finalmente, un lugar para vivir. Octavio Gómez, tal como ha mantenido en toda su obra, condena con vigor cuanto limite la libertad del hombre. El testimonio de La tierra y el cielo ilustra sobre desconocidos pasajes de la historia de Cuba, pero no emocióno, no sorprendió, a cuantos contemplaron la película en los festivales citados.

Las dificultades de contratacíón a las que José Luis Balbín alude continuamente no justifican una selección apresurada ni como también ocurre en este caso, una ausencia de información. Si el programa de esta semana ya estaba grabado, ¿cómo el departamento correspondiente ignora cuanto se refiere a La tierra y el cielo?