Los problemas de UCD

Los vientos son tan agitados y las decisiones al parecer, tan revocables en UCD, que incluso cuando se habla de una solución definitiva tendremos que aprender a dejar transcurrir siquiera un par de fechas para encontrar alguna consistencia: la de ese par de fechas siquiera. Lo ocurrido con el asunto de la presidencia del partido por parte de don Landelino Lavilla nos aconseja esta prudencia. Pero, en contrapartida, la reunión del Consejo Político de UCD, el pasado lunes, nos ofrece algunos aspectos sobre los que meditar, aunque probablemente sería un psicólogo el que pudiera extraer más y mejo...

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Los vientos son tan agitados y las decisiones al parecer, tan revocables en UCD, que incluso cuando se habla de una solución definitiva tendremos que aprender a dejar transcurrir siquiera un par de fechas para encontrar alguna consistencia: la de ese par de fechas siquiera. Lo ocurrido con el asunto de la presidencia del partido por parte de don Landelino Lavilla nos aconseja esta prudencia. Pero, en contrapartida, la reunión del Consejo Político de UCD, el pasado lunes, nos ofrece algunos aspectos sobre los que meditar, aunque probablemente sería un psicólogo el que pudiera extraer más y mejores consecuencias.Por lo pronto, está el algo así como complejo de Edipo que pesa sobre UCD, un partido que quisiera tomar todas las distancias posibles e incluso eliminar al padre, a Adolfo Suárez, pero no puede. Los hechos han demostrado que incluso en su ausencia se siente su peso de modo intolerable. Pero está también ese otro complejo imperial, que se nos muestra en el hecho de que el Consejo Político, Compuesto por los altos barones, se niegue a que a su sagrado recinto acudan incluso los senadores de su propio partido, que parece que deberían significar algún tipo de distinción y confianza dentro de él. Y, por fin, nos encontramos con uno de esos lapsus en que, como decimos, un psicólogo bien puede entrar a saco, como el del secretario general de UCD, que, refiriéndose a Ceuta y Melilla, sigue hablando de "plazas de soberanía" como si estuviera en los tiempos de la guerra del Rif. O podemos sorprender al señor Martín Villa, creyéndose quizá perpetuo ministro de la Gobernación y citando a comparecer al señor Suárez,de manera perentoria.

Los aspectos de todo este anecdotario son agridulces y tienen sin duda un lado cómico, si no fuera por las circunstancias políticas del país; pero, además y dejando de lado psicologismos, son absolutamente reveladores y significativos de que el cúmulo de contradicciones, desunión, incompetdncias y voluntarismos dentro del partido gubernamental es mucho mayor que el que todos los comentaristas políticos juntos han venido seftalando.

Los ciudadanos, en efecto, no llegan a comprender de ninguna manera que'un partido cuyos dirigentes no son capaces de solucionar, ni con las bases ni sin ellas, su propia crisis de identidad y de simple autogobierno, sea el partido gubernamental y pueda gestionar mejor los asuntos de Gobiemo y de Estado que como gestiona los de su propia casa. ( ... ) La mejor solución, dada ahora la crisis, es dudoso que pueda recuperar c:redibilidad para el futuro; aunclue probablemente nadie desearía otra cosa. UCD ha sido sorda por demasiado tiempo a las amigables críticas que se le han hecho, y:sus problemas han seguido intactos; sus errores se han multiplicado, tropezando una y otra vez en la misma piedra, y sus complejos, como resulta de la sesión del Comité Político, parecen incurables: sus relaciones con el padre -el señor Suárez-, su actitud altanera e imperial y su seguir viviendo en el pasado o su dificultad para percatarse del todo del tiempo en clue estamos. Y de sus exigencias.

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14 de julio.

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