Crítica:

Una mala época para John Ford

El fugitivo, la película que esta noche ofrece el programa La clave en la segunda cadena, para ilustrar un debate sobre Latinoamérica, no es una gran realización de John Ford, pero sí una película significativa dentro de su historia filmográfica.Fue realizada en momentos confusos de 1947. La resaca de la posguerra había acabado y se habían abierto excelentes perspectivas para la industria de Hollywood. El liberalismo de Franklin D. Roosevelt había llegado a reinar en algunos estudios durante el período de la reconversión (1945 a 1947) y los conflictos sociales proliferaron. John Ford y ...

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El fugitivo, la película que esta noche ofrece el programa La clave en la segunda cadena, para ilustrar un debate sobre Latinoamérica, no es una gran realización de John Ford, pero sí una película significativa dentro de su historia filmográfica.Fue realizada en momentos confusos de 1947. La resaca de la posguerra había acabado y se habían abierto excelentes perspectivas para la industria de Hollywood. El liberalismo de Franklin D. Roosevelt había llegado a reinar en algunos estudios durante el período de la reconversión (1945 a 1947) y los conflictos sociales proliferaron. John Ford y los otros grandes del cine anterior a la segunda guerra mundial se dispusieron a desarrollar una nueva expansión. Frank Capra y William Wyler fundaron una productora independiente, la Liberty Films, en asociación con George Stevens.

El mercado era floreciente, porque la victoria aliada había abierto las fronteras comerciales de Japón, Italia y Alemania Occidental, entre otros países. En ese contexto no resultaba raro que Wyler hubiera filmado la película Los mejores años de nuestra vida, que acumuló dinero, popularidad y la gloria inigualable de los óscares.

Pero surgió la caza de brujas de McCarthy, que fue especialmente virulenta en Hollywood. John Ford había empezado a encontrar su mejor estilo con La diligencia, en 1939, pero se confundió al hacer El fugitivo, una película glacial, cuyo escaso éxito se corresponde en la historia con un momento en el que los actores y directores tenían su preocupación puesta en el ojo vigilante y censor del protagonista de la citada cacería. El fracaso de El fugitivo fue borrado por el éxito comercial conseguido por el propio Ford con El hombre tranquilo (1952).

El desenlace de El fugitivo y la fortuna de este último filme, extraordinario western, condujeron a Ford a ser el gran renovador de este género, en el que se especializó y a cuyo auge en los años cincuenta contribuyó de modo excepcional.

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