Cartas al director

Sobre la casa de Juan Ramón

Quisiera referirme a la carta al director publicada en EL PAIS el 14 de enero con la firma de Arturo del Villar.Para que a nadie le quede la menor duda de cómo, por qué y para qué intervine en el salvamento y posterior entrega de ciertos papeles íntimos a su legítimo dueño, mi amigo Juan Ramón Jiménez, transcribo a continuación la carta que, en relación con el particular, y bien enterado de lo sucedido, me escribió Juan Ramón Jiménez a principios de 1940 y que, habiéndose extraviado en el correo, volvió a enviarme, reproducida de su puño y letra, el 19 de enero de 1941. Dice así: «Pablo Bilbao...

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Quisiera referirme a la carta al director publicada en EL PAIS el 14 de enero con la firma de Arturo del Villar.Para que a nadie le quede la menor duda de cómo, por qué y para qué intervine en el salvamento y posterior entrega de ciertos papeles íntimos a su legítimo dueño, mi amigo Juan Ramón Jiménez, transcribo a continuación la carta que, en relación con el particular, y bien enterado de lo sucedido, me escribió Juan Ramón Jiménez a principios de 1940 y que, habiéndose extraviado en el correo, volvió a enviarme, reproducida de su puño y letra, el 19 de enero de 1941. Dice así: «Pablo Bilbao, en carta recibida ayer, me dice que usted no ha tenido respuesta mía a su cariñosa carta del año pasado (¡Qué curiosa coincidencia, del 18 de enero de 1940). Como el correo es tan inseguro en estas terribles circunstancias del mundo, suelo conservar copia de las cartas que me interesa recordar. Le copio la que le envié a usted, ¿en febrero de 1940? a Barcelona: "Casi juntas, recibo tres cartas, una de Bilbao, otra de Madrid y la de usted. En la de Madrid se me dice que usted ha tenido la bondad de dejar a Guerrero, el amigo modelo, los paquetes que conservaba de lo mío.

No me parece que tenga que explicarle a usted lo profundo de mi agradecimiento. Usted es un poeta y sabe lo que un amante de su trabajo y su intimidad puede sentir en un caso como este.

Lo que, además, no sería bastante. Decir lo agradecido que estoy no es bastante. Yo, amigo mío, necesito corresponder a su acción, tan señalada entre otras. Acaso usted pueda saber en qué. ¿Qué puedo yo hacer por alguien o algo que usted quiera? ¿Qué le puede gustar o interesar de mí o de aquí?

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Y quiero añadirle que, aun cuando yo no viera ya nunca lo que usted me ha dejado con tanto afecto, mi alegría sería la misma, porque es por su acción"».

Supongo que nadie tendrá nada que objetar a un texto definitivo y concluyente como este, escrito por el único que podía conocer a fondo y valorar lo sucedido: Juan Ramón Jiménez. /

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