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Montserrat Sarto,

periodista responsable de las páginas Infantiles del diario Ya, ha obtenido el Premio Nacional de Actividades Periodísticas Relacionadas con la Infancia y la Juventud, que está dotado con 300.000 pesetas. Rosa Posada, secretaria de Estado para la Información, presidía el jurado que decidió el premio, y que estuvo formado por Carmela García Moreno, Luis Ignacio Seco, Valentín Sebastián Pardos, José Manuel de Pablos, Joaquín Aguirre Beliver, Pedro Crespo, Basilio Gassent y José María Javierre.

«Yo he sido profeta en mi país», ha declarado el flamante premio Nacional d...

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periodista responsable de las páginas Infantiles del diario Ya, ha obtenido el Premio Nacional de Actividades Periodísticas Relacionadas con la Infancia y la Juventud, que está dotado con 300.000 pesetas. Rosa Posada, secretaria de Estado para la Información, presidía el jurado que decidió el premio, y que estuvo formado por Carmela García Moreno, Luis Ignacio Seco, Valentín Sebastián Pardos, José Manuel de Pablos, Joaquín Aguirre Beliver, Pedro Crespo, Basilio Gassent y José María Javierre.

«Yo he sido profeta en mi país», ha declarado el flamante premio Nacional de Música Andrés Segovia. «El Gobierno se ha portado muy bien conmigo». Andrés Segovia, que ha dedicado su vida a la guitarra, cree que toda la música de los grandes autores se puede interpretar desde el pequeño y popular instrumento, y agradece a los melómanos de otros países y los del suyo propio la afición que le dedican, «porque mi arte», ha dicho, «no es nada fácil». Por su parte, Fernando Remacha, que ha recibido el mismo Premio Nacional de Música, consideraba que en su caso «supone el reconomiento de mi labor, de mi obra de música actual, y un premio a esta obra». El navarro tiene 82 años y cree que, aunque haya entorpecido su trabajo como compositor, también la enseñanza de la música, a la que se ha dedicado en el conservatorio Pablo Sarasate, de Pamplona, ha sido premiada.

Napoleón Bonaparte, L'Empereur, tan presente aún hoy en la historia de los franceses, no existió nunca. Esta tesis, ficticia y jacarandosa, por supuesto, la mantiene Gonzalo Torrente Ballester en su última novela, La isla de los jacintos cortados, que el escritor gallego presentó anteayer en unos grandes almacenes madrileños. La novela cuenta dos historias paralelas, que no son más que una: el nacimiento del mito de Napoleón. Un profesor demuestra en la primera historia que Napoleón no existe, y otro, que está contando a una joven la leyenda de la isla de la Gorgona, inventa un personaje con ese nombre. La necesidad del mito es el tema central de este autor, que hablando de si mismo dijo, según la agencia Efe, que «la gente dirá que no soy serio, pero soy testigo de la invención de mitos y el primer escritor que trata la mitificación».

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