Tribuna:

Cunningham, tampoco

Estaba vaticinado que Cunningham no sería una estrella al estilo del Madrid. Como no lo fue Didí. O como no pudo serlo Aiken, que también se tuvo que marchar. El Madrid los prefiere rubios. Son los que más fácilmente cuajan. No es cuestión de racismo; es cosa del estilo de la casa. El Madrid imprime carácter y ciertas maneras de ser no encajan. Y en el caso de Cunningham es una auténtica pena, porque posee todas las condiciones necesarias para triunfar rotundamente.Cunningham vino de Inglaterra, en donde los profesionales están sometidos a un régimen disciplinario diferente. Más férreo. Aquí s...

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Estaba vaticinado que Cunningham no sería una estrella al estilo del Madrid. Como no lo fue Didí. O como no pudo serlo Aiken, que también se tuvo que marchar. El Madrid los prefiere rubios. Son los que más fácilmente cuajan. No es cuestión de racismo; es cosa del estilo de la casa. El Madrid imprime carácter y ciertas maneras de ser no encajan. Y en el caso de Cunningham es una auténtica pena, porque posee todas las condiciones necesarias para triunfar rotundamente.Cunningham vino de Inglaterra, en donde los profesionales están sometidos a un régimen disciplinario diferente. Más férreo. Aquí se acomodó a la vida placentera. Y además se dio cuenta de que le cayó bien al público y, con cuatro detalles pintureros, se ganó durante meses la general complacencia.

Cunningham fue el mayor dispendio realizado por el Madrid en toda su historia. Los dineros invertidos hubo que justificarlos aun a sabiendas de que su rendimiento no era satisfactorio. Boskov no se atrevió a sentarle en el banquillo. La directiva hizo la vista gorda respecto al régimen de vida del futbolista. En otros tiempos una foto en las páginas divertidas de los periódicos podía costarle a un jugador la salida del club. Ahora, afortunadamente, hay más liberalismo.

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