gente

A pesar de que ya no es ministro -lo fue del Interior, en una etapa reciente-, Rodolfo Martín Villa sigue disponiendo de coche especial y de escolta en los desplazamientos que realiza, por cuestiones de seguridad. El señor Martín Villa, que desde hace muchos años ha ocupado cargos públicos y que, por tanto, ya debe andar cansado de habitar en sus viajes dentro de un coche oficial, prescinde, cada vez que puede, del medio de locomoción. Hace unas fechas, en Santander, encontró una ocasión especial para desembarazarse del vehículo y desplazarse a pie, como un paseante alejado de la corte ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

A pesar de que ya no es ministro -lo fue del Interior, en una etapa reciente-, Rodolfo Martín Villa sigue disponiendo de coche especial y de escolta en los desplazamientos que realiza, por cuestiones de seguridad. El señor Martín Villa, que desde hace muchos años ha ocupado cargos públicos y que, por tanto, ya debe andar cansado de habitar en sus viajes dentro de un coche oficial, prescinde, cada vez que puede, del medio de locomoción. Hace unas fechas, en Santander, encontró una ocasión especial para desembarazarse del vehículo y desplazarse a pie, como un paseante alejado de la corte y de la escolta. En efecto, el ex ministro llegó, con su esposa, a la entrada del palacio de la Magdalena, a donde había sido invitado por la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo; al franquear el unibral del campus del hermoso recinto, el matrimonio dejó el severo coche negro en el que habían viajado, se cogieron de la mano y, así, bajo la espléndida luz de la luna, hicieron el recorrido desde aquella puerta a la residencia citada. Fue un breve paseo especialmente sentimental: hace veinte años, más o menos, Martín Villa conoció, en el mismo paraje, a María del Pilar Peña, que hoy es su esposa. Fue una estampa entre proustiana y enternecedora la ofrecida por la pareja en la bella noche cántabra.

Archivado En