Cartas al director

Gitanos

Pocas líneas de su editorial «Catalanes en Madrid» han bastado para decir más y con más sustancia sobre la comunidad nacional que todos los sesudos varones de la patria -Gobierno, oposición y ausentes, todos incluidos- en el ya tristemente célebre debate parlamentario de la moción de censura.Para quienes aún no nos hemos repuesto de la vergüenza ajena que sintiéramos en tan «alta ocasión», por los lapsus y omisiones tan gruesos de unos y otros en lo tocante a temas como cultura, convivencia, participación ciudadana, respeto y promoción de las minorías marginales, etcétera; para quienes contemp...

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Pocas líneas de su editorial «Catalanes en Madrid» han bastado para decir más y con más sustancia sobre la comunidad nacional que todos los sesudos varones de la patria -Gobierno, oposición y ausentes, todos incluidos- en el ya tristemente célebre debate parlamentario de la moción de censura.Para quienes aún no nos hemos repuesto de la vergüenza ajena que sintiéramos en tan «alta ocasión», por los lapsus y omisiones tan gruesos de unos y otros en lo tocante a temas como cultura, convivencia, participación ciudadana, respeto y promoción de las minorías marginales, etcétera; para quienes contemplamos el «trato» que el Gobierno está dando cada día a nuestros problemas seculares, con una reforma sanitaria que, al no contemplar un servicio nacional de salud que garantice el acceso de todos los españoles a una sanidad digna, igual y eficaz, consagrada como derecho fundamental por la Constitución, nos arroja a la beneficencia y a la caridad; cuando constatamos cómo la propia Constitución marginó el idioma gitano -romaní-, arrasado por la sociedad española por cinco siglos de persecución, por carecer su pueblo portador de territorialidad concreta, y cómo España desprecia a su cultura y a sus gentes; cuando comprobamos de qué modo se cumplen los compromisos del Estado, internacionales constitucionales y legislados, con una Comisión Interministerial para los problemas gitanos que, a diecisiete meses de su creación, aún no puede anotarse en su haber ningún resultado positivo de su histórica misión, incapaz, hasta la fecha, de dar o propiciar la reparación que España debe al pueblo gitano; cuando nos indignamos del tratamiento presupuestario dado a las «ayudas» del Fondo Nacional de Asistencia Social, que reglamenta por vía benéfico-asistencial lo que en justicia social reparadora, y distributiva se nos regatea, y asimila -a todo un pueblo a todas las situaciones marginales -respetabilísimas y clamantes por su sensible y humanística atención, pero marginales- de minusválidos, disminuidos, subnormales, etcétera; cuando estos datos-muestra y una serie inacabable de similares situaciones, que alargarían en exceso ésta carta, forman el inmenso, inacabable memorial de agravios que el pueblo gitano ha de presentar, testimonial y escandalosamente, a la democrática y mayoritariamente cristiana sociedad española, EL PAIS pide, sencillamente, el reacomodo de las palabras con los hechos y la asunción de una historia colectiva que no renuncie, sino que reconozca y potencie, a nada de lo que hoy forma y conforma el ser de nuestra patria común, gitanos incluidos.

¡Menos mal que quedan-cabezas y plumas coherentes y solidarias! / Asociación Presencia Gitana.

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