"Agur" a Iríbar en San Mamés

Se llenó ayer San Mamés para despedir a Iribar. El que durante dieciocho años fuera guardameta indiscutible del Athlétic recibió, vestido de paisano, la mayor ovación de su vida al saludar, con los brazos en alto, plantado en el centro del campo como un auténtico chopo, a una multitud que había vuelto a decirle que como él "no hay ninguno". Todo ello ocurría instantes antes de iniciarse el partido entre el Athlétic de Bilbao y la Real Sociedad, que finalizó con la justa victoria de los guipuzcoanos por tres tantos a uno.«Hoy sólo está aquí el eusquera», dijo Iríbar cuando alguien le acercó un ...

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Se llenó ayer San Mamés para despedir a Iribar. El que durante dieciocho años fuera guardameta indiscutible del Athlétic recibió, vestido de paisano, la mayor ovación de su vida al saludar, con los brazos en alto, plantado en el centro del campo como un auténtico chopo, a una multitud que había vuelto a decirle que como él "no hay ninguno". Todo ello ocurría instantes antes de iniciarse el partido entre el Athlétic de Bilbao y la Real Sociedad, que finalizó con la justa victoria de los guipuzcoanos por tres tantos a uno.«Hoy sólo está aquí el eusquera», dijo Iríbar cuando alguien le acercó un micrófono al centro el campo. Se refería al destino de la recaudación, que será empleada íntegramente en la promoción de la lengua vasca, que fue la utilizada por El Chopo para su breve saludo, que finalizó con un potente Ezkerrik asko («Muchas gracias.). Chavales vestidos de futbolistas le habían hecho un pasillo al aparecer sobre el terreno, donde ya le esperaban los veintidós jugadores y el trío arbitral. Iríbar, que declaró recientemente que le gustaría seguir vinculado al deporte enseñando a los alevines en la escuela de fútbol que mantiene el Athlétic en Lezama, saludó a los chavales y a todos los demás.

Tras recibir diversas placas ofrecidas por varios clubes vascos, presenciar los pasos de un baile de honor interpretado por un grupo de danzas vascas, haberse fotografiado con unos y otros, haber saludado de nuevo a todo el mundo, Iríbar siguió, sin embargo, un rato más en el centro del terreno, sin atreverse a abandonarlo, como si temiese ofender, al hacerlo, a los miles de aficionados que seguían coreando su nombre. Pero el partido tenía que comenzar y El Chopo fue a colocarse en el palco presidencial, desde donde presenció el encuentro en compañía de su familia y dolos presidentes del Athlétic y de la Real. La Policía Municipal de Bilbao fue la encargada del orden público, a petición propia de Iríbar, cuyo deseo de que la Policía Nacional estuviera ausente fue transmitido al gobierno civil por el presidente del Athlétic.

El partido entre ambos equipos no fue, por lo demás, de los que pasarán a la historia, si nos atenemos únicamente al juego desarrollado. Sirvió, eso sí, para comprobar cuál es la diferencia actual entre los discípulos de Ormaechea y los de Senekowitsch.

Estos últimos, que marcaron en el primer minuto, comenzaron jugando bastante bien, por la sabiduría de Irureta, que ayer se despedía de San Mantés y del fútbol activo.

Pero a Irureta, que además recibió un gulpelmediada esta primera parte, se le acabó pronto el gas. El Athlétic se fue abajo, y ausente también Rojo, nadie en el Athlétic fue capaz ya de crear juego. Así fueron llegando, uno tras otro, los tres goles, que sirvieron para poner una vez más de manifiesto la diferencia actual entre ambos equipos.

Finalizado el encuentro, Iribar, que de nuevo recibió una gran ovación, hizo entrega de un trofeo al capitán realista, Arconada, su sucesor en la lista de grandes porteros vascos, con el que se fundió en un gran abrazo que recordaba al del torero consagrado que da la alternativa al aventajado novel. En este caso, a su alumno más destacado.

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