No hay profesores de educación física para la población escolar

Un profesor de educación física por cada 3.000 alumnos hay en España. La proporción, referida a centros docentes, es de uno a 66. El personal habilitado para dar clases de educación física, no titulado, palía el problema, pero no lo soluciona, ya que, aun contando con él, a cada profesor le corresponde la mitad de lo señalado.

Las cifras referidas son siempre aproximadas. En España hay más o menos 3.000 profesores de educación física titulados, 200.000 centros docentes y nueve millones de alumnos; en los dos últimos capítulos se engloba la enseñanza preescolar, la enseñanza general bási...

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Un profesor de educación física por cada 3.000 alumnos hay en España. La proporción, referida a centros docentes, es de uno a 66. El personal habilitado para dar clases de educación física, no titulado, palía el problema, pero no lo soluciona, ya que, aun contando con él, a cada profesor le corresponde la mitad de lo señalado.

Las cifras referidas son siempre aproximadas. En España hay más o menos 3.000 profesores de educación física titulados, 200.000 centros docentes y nueve millones de alumnos; en los dos últimos capítulos se engloba la enseñanza preescolar, la enseñanza general básica, el bachillerato, la formación profesional y la universitaria. El desarrollo físico se logra entre los seis y los veinte años, y comprendidos entre esas edades hay siete millones de alumnos, es decir, los que estudian EGB y BUP. La dedicación completa de los profesores de educación física a esta población escolar tampoco arregla el problema, ya que la desproporción sigue siendo evidente entre profesorado-alumnado y profesorado-centros docentes.En la actualidad, hay una enorme demanda de profesores de educación física; sin embargo, hay paro en la profesión. Y es que no todos aceptan salir de su lugar de residencia para cobrar 30.000 pesetas al mes en un centro estatal, sin trienios, ayuda familiar, pluses o Seguridad Social, a cambio de dar obligatoriamente veinte horas lectivas de clase al mes. Aquí se puede decir que nace el gran problema de la educación física. En la gran mayoría de los centros docentes estatales -y para ver el problema hay que salirse de las grandes capitales- no hay profesorado, sin tener en cuenta quizá la falta de una instalación mínima adecuada. La clase de gimnasia se convierte así en muchas localidades en una hora de recreo, a pesar de ser obligatoria y figurar como tal en los programas escolares. Nacen entonces si acaso las figuras de esos profesores que dan gimnasia con chaqueta y corbata».

En la educación de los centros privados, el problema no es tan grave. Suele haber profesores titulados y buenas instalaciones deportivas, algunas inmejorables, que permiten incluso el desarrollo de competiciones de primera línea en sus polideportivos. La educación física preocupa y aún tiene sus raíces en esa filosofía eclesiástica que se ocupaba de mantener a los niños siempre activos y cuanto más mejor, «porque, cansados, no pensarán en ciertas cosas».

Ante esa situación, el niño se desarrolla físicamente por libre y puede considerarse privilegiado el que recibe una clase por parte de un profesor titulado. No todo consiste en dar vueltas al campo de fútbol o a la manzana del colegio, ya que son todas y cada una de sus articulaciones las que deben desarrollarse armónicamente. La actividad debe ser dirigida.

El Consejo Superior de Deportes también tiene algo que decir sobre el tema, y uno de sus objetivos es insistir a través de las direcciones generales de EGB y de enseñanza media para que la asignatura de educación física sea contemplada en la escuela con exigencia.

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